Los colegios de arquitectos de Castilla y León premian la labor de los profesionales
«La arquitectura local es honrada, muy relacionada con el territorio»
«Se ha valorado el trabajo bien hecho, limpio, de esencia y ajeno a espectacularidades»
Siete arquitectos y estudios de la comunidad recibieron ayer los Premios de Arquitectura de Castilla y León, que llegan a su quinta edición y pretenden reconocer la labor de los profesionales locales. Un acto que organizan desde hace ya varios años el Colegio Oficial de Arquitectos de León y el Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla y León, los dos organismos que agrupan a los profesionales de la comunidad. El acto estuvo presidido por el consejero de Fomento, Antonio Silván, y asistieron la concejala de Urbanismo, María José Alonso; el concejal de Cultura, Alfonso Ordóñez y los presidentes de los dos colegios de arquitectos, Fernando de Andrés e Ignacio Paradinas, además de numerosos profesionales. Fernando de Andrés destacó la intención de los premios, que pretenden «ensalzar la arquitectura que se realiza en la comunidad o que realizan los profesionales de la zona». Según el presidente del colegio leonés, a la hora de premiar los trabajos que ayer recibieron su distinción se ha tenido en cuenta «la honradez arquitectónica, el trabajo bien hecho, la concepción y la realización de un trabajo limpio y sin espectacularidades». Unas características que pretenden «defender la arquitectura en su esencia y olvidarse del excesivo folklorismo arquitectónico que se está viviendo a lo largo y ancho del mundo», según analizó De Andrés, para quien la tarea que se realiza en la comunidad en este campo «es como el carácter de nuestra tierra, austero y sencillo. Una arquitectura austera pero muy relacionada con el territorio en el que se desarrolla, y sobre todo muy honrada. Eso es lo que más valoramos y en lo que se puede distinguir la obra que se realiza en esta tierra». El presidente del Colegio de Arquitectos de León destacó el elevado nivel de los profesionales locales en un mundo donde la comunicación obliga a «renovarse continuamente».