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| Reportaje | Misterios de la ciencia |

¿Por qué vuelan los aviones?

Nos lo habremos preguntado en muchas ocasiones, y es que el hecho de que estos enormes aparatos se mantengan en el aire a pesar de su gran peso es un misterio para muchos

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Ana Gil - león
León

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El avión se ha convertido en una alternativa de transporte cada vez más cotidiana. Sin embargo, como sucede con otras muchas acciones domésticas, quienes viajan por el aire desconocen en gran medida cómo ese aparato de 160 toneladas logra despegarse de la tierra, mantenerse en el aire y volver al suelo con total tranquilidad. Esta maravilla de la ciencia ofrece, según la revista Consumer, además, una seguridad avalada por las estadísticas: los últimos números hechos públicos por la Oficina Internacional de Registro de Accidentes Aeronáuticos señalan que en 2003 se produjeron en el mundo 162 accidentes aéreos de vuelos civiles y que en ellos fallecieron 1.204 personas. Ese mismo año se produjeron 4.084 muertes sólo en las carreteras españolas. Algunas explicaciones Son muchas más las variantes que condicionan el vuelo, la explicación más sencilla para poder entender las razones por las que vuelan los aviones se centra en la forma de sus alas. Su diseño permite que el aire circule más rápido por la parte superior del ala y más lento por su parte inferior. Esto hace que la presión bajo el ala sea mayor que encima de ella y, por lo tanto, el avión recibe un empujón hacia arriba. Así, queda suspendido entre dos fuerzas. Cuando el avión se mueve debido a la fuerza del motor, el aire circula por sus alas produciendo el empuje que lo hace volar. No obstante, antes de surcar el cielo debe lograr alzarse. En la cabecera de la pista, el piloto pone los motores a su máxima potencia, pero con los frenos accionados. La potencia máxima depende de las características de la aeronave, del número de pasajeros y de la distancia a recorrer, lo que determinará la cantidad de combustible necesaria para el vuelo, según se publica en la revista Consumer. Todo ello lo tienen muy en cuenta los diseñadores porque los motores del aparato deben alcanzar una fuerza equivalente a la tercera parte del peso total. Por ejemplo, en un avión comercial de 100 pasajeros y 50 toneladas de peso, cada motor necesitaría tener ocho toneladas de fuerza para conseguir despegar. Cuando se logra la velocidad, el aparato recorre la pista hasta que el piloto eleva el morro del avión con el manejo de los flaps (dispositivos hipersustentadores) de cola, que hace pivotar al avión y las alas aumentan así la fuerza de sustentación, lo que permite el despegue. El aterrizaje, lo más dificil El fin del vuelo concluye con la operación más difícil, el aterrizaje. Se trata de una maniobra compleja en la que intervienen múltiples factores: la dirección del viento, las turbulencias, la selección del campo, los obstáculos, la planeación y el efecto suelo. Todo culmina con el «flare», es decir, la operación con la que se abren los flaps con el propósito de ofrecer más superficie a las alas para lograr que, con menor velocidad, el avión siga sujeto en el aire. Las alas, en cierta medida, se convierten en una especie de paracaídas. Cuando el tren de aterrizaje toca suelo, los motores reorientan las aspas de sus turbinas y su fuerza, con lo que, en lugar de producir el avance del avión, lo frenan.

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