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Nuevos arreglos de firme en el eje subcantábrico en un tramo del 2003

Una de las deficiencias del vial, localizadas durante el pasado año

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León

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El último tramo ejecutado hasta la fecha dentro de la carretera C-626, también denominada eje subcantábrico, recibió obras de reparación del firme y bacheado para enmendar el mal estado que presenta ya desde hace meses. Operarios de una empresa de Valladolid que acomete habitualmente trabajos en las carreteras que son competencia de la administración autonómica en la provincia leonesa trabajaban ayer sobre la variante de Prado de la Guzpeña, desde esta localidad a Cerezal. Este tramo de carretera es en su práctica totalidad de nueva construcción, que data de finales del año 2003, cuando se ejecutó para salvar el paso del trazado que une Cistierna con la provincia de Palencia por el interior de aquellos dos pueblos; la obra supuso, además, salvar el paso a nivel de las vías de Feve con una nueva estructura elevada. Los arreglos, como ya pueden comprobar los usuarios, no afectan exclusivamente al cambio de rasante que se creó sobre las vías del tren, al pie de Prado. Llegan hasta la última intersección del eje subcantábrico con Cerezal, con espacios amplios en los que se han revocado con gravilla baches o lenguas con indicios de hundimiento o resquebrajamiento del asfalto. La parte del cambio de rasante presentaba firme hundido, a pesar de su reciente construcción, hasta el punto de obligar a circular con precaución extrema. El llamado eje subcantábrico entre Prado y Cerezal comenzó a construirse hace dos años, en mayo del 2003; las obras, que se presupuestaron en cerca de tres millones de euros (casi quinientos millones de pesetas, en datos comparativos) fueron a cargo de las actuaciones del Gobierno de España en su plan para las comarcas mineras. No es, en ningún caso, una excepción en la relación de parcheo que ha necesitado esta carretera en otros puntos. Destaca, en el tramo entre Cistierna y el Valle de las Casas, las actuaciones por el hundimiento de firme. Defectos similares se detectaron en varios tramos entre Boñar y Sabero, como los badenes transversales que en febrero del año 2003, poco después de la apertura, se localizaban entre Sotillos y LLama de Colle; tampoco faltaron desprendimientos de piedras y taludes que llegaron a invadir parte de la calzada tres meses más tarde de la inauguración.