Colón vuelve a madrugar
El tradicional mercado de martes y viernes retorna a las instalaciones de la céntrica plaza, después de tres años de obras de remodelación, con nuevas normas, pero el mismo espíritu de abastos de siempre
DL
Las ocho de la mañana es una buena hora para regar las calles, apurar la última cabezada o ir al mercado, donde llegan los productos frescos y los tenderos todavía se saben el nombre de las clientas y el de sus padres: «¿Qué tal está su madre de la reúma, doña Engracia?», se escucha saludar todavía entre medio kilo de patatas y unas cebollas. La cantinela volvió ayer a Colón para la venta de siempre en coincidencia con los martes y los viernes, tres años después de que las obras de construcción de la Gerencia Territorial de Bienestar Social llevara los puestos a Papalaguinda. La nueva etapa se acompaña de un reglamento municipal, en el que, junto a la letra de los políticos y técnicos, los vecinos y hosteleros de la zona han aportado líneas sobre las que desarrollar la actividad de la instalación, como el tope de 105 puestos, con lista de espera ya restringida. Como era en un principio, hay de casi todo: 47 tenderos destinados a la venta de fruta, verdura y hortaliza -con seis específicos para el comercio del bacalao, los quesos y la miel-, y 58 más encuadrados en el ramo textil y de calzado. Además, se establece el horario de apertura y cierre -08.00 a 15.00 horas-; la obligatoriedad de exhibir los permisos y pagar los tributos a las distintas administraciones; y hasta el certificado de la Cámara Agraria para que aquellos que no usan intermediario entre azada y comprador estén en regla. Los mismos que saben de «la reúma» de la madre de la vecina.