Diario de León

Un estudio revela que el 40% de los mandos del ejército han padecido acoso moral

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El 40% de los mandos del ejército padece o ha padecido situaciones de acoso moral, según un estudio del investigador Militar Operativo Juan Manuel Molina Valdés, diplomado en Estadística Militar y comandante de Artillería. «Un total de 120 de los 300 oficiales del Ejército de Tierra entrevistados entre 1994 y 2003 -de los cerca de 4.000 de la escala superior- reconocían haber padecido o padecer acoso por parte de superiores, compañeros o subordinados, o por todos a la vez». El estudio, de próxima publicación y al que ha tenido acceso Efe, se elaboró con entrevistas individuales a militares del Regimiento de Artillería 63 de León, Mando de Artillería de Campaña de El Ferral del Bernesga, Regimiento Lanzacohetes de Astorga, Mando de Adiestramiento y Doctrina de Granada, y Cuartel General de la División Brunete en Burgos. Los principales motivos que fomentan el acoso moral son las contradicciones entre normas militares y actuaciones ordenadas, la carencia de inspección en el trabajo en el ámbito militar y la inexistencia de gabinetes deontológicos, al no estar legalizados los colegios profesionales de militares de carrera. Molina dijo a Efe que «los oficiales están expuestos a vivir permanentemente en contradicción entre las normas y las actuaciones exigidas contrarias a lo reglamentado, por lo que es frecuente que entren en conflicto moral sin que puedan manifestar sus objeciones». Entre las «contradicciones» más frecuentes están «la elaboración de informes técnicos a medida de los intereses de quien los manda -como la identificación de cadáveres del YAK 42-, el blanqueo de vales de gasóleo por dinero en gasolineras, y la prohibición de ayudar a los subordinados en procedimientos administrativos». Además «los formularios de 'Sugerencias y Quejas' permanecen escondidos desde 1996 en los desvanes de los acuartelamientos, en un entorno profesional donde no existen Comisiones Deontológicas que resuelvan los conflictos morales, aseguró Molina. «El conducto reglamentario obliga que sea su propio superior quien ordena la orden de trámite de la alegación administrativa o moral que se plantea, lo que implica un calvario para el militar que así actúe, pues será tachado de desleal», según explicó. «La desmoralización del oficial que en ejercicio de su derecho plantee objeciones reglamentarias a las órdenes, sin dejar por ello de cumplirlas, se consigue no dándole órdenes y obligándole a asistir al cuartel para no trabajar y con cambios de destino frecuentes por procedimiento de libre designación», añadió. El estudio señala que «será frecuentemente reprendido por escrito y sancionado, produciéndole una acumulación de faltas leves que le conducirán a situación de incapacidad para defenderse emocional y legalmente».

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