Sólo localizar el móvil de la joven daría luz al crimen de Navatejera

El caso de la joven de Trobajo del Camino, R.F.A. de 24 años, cuyo cadáver apareció el pasado martes en el vertedero de Navatejera, va camino de convertirse en un nuevo quebradero de cabeza para la Guardia Civil, que es quien está llevando a cabo las investigaciones, y pasar así a grosar la negra y ya larga lista de casos de crímenes que están sin resolver en la provincia leonesa. Y es que, según ha podido saber Diario de León a través de diversas fuentes cercanas a la investigación, en estos momentos ni una sola de las pruebas que se han recogido sirven para acusar a nadie, ni siquiera al novio de la joven M.M.A., de 22 años, y hasta ahora único sospecho, que después de haber sido detenido en la tarde del jueves por agentes de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de León, ha sido puesto en libertad con cargos por parte del Juzgado de Instrucción número 3, después de que éste en su declaración se declarara inocente. Las fuentes consultadas por este periódico aseguran que el juez no va a ir hacia adelante en el caso, por el momento, porque considera que todo lo que hay son indicios, pero ninguno de ellos lo considera una prueba clara. La clave La investigación parece tan atascada que todo se fía a una clave: el que aparezca el teléfono móvil de la joven, que aún no ha sido encontrado y desde el que, tras y como público ayer este periódico, se estuvieron enviando mensajes a la familia de la joven fallecida y que, en palabras de las fuentes consultadas, muchos pudieron ser enviados incluso después de que R.F.A. ya estuviera muerta. La otra clave o a lo que se fía prácticamente toda la investigación es el resultado de las pruebas de ADN, dactilares y biológicas que realizará el Instituto Nacional de Toxicología de Madrid y que, según han informado a Diario de León, hasta mañana o el martes o miércoles no se podrán conocer. Pero de todas las pruebas que van a realizarse, en las que más confianza se tienen es en las lofoscópicas, que son aquellas que realizan en cualquier cuerpo cuando ha sido envuelto en plásticos -como sucede en este caso- y que rastrean cualquier huella dactilar o de todo tipo que pudieran haber quedado impregnadas en los plásticos y bolsas que se usaron para envolver el cadáver de la joven de Trobajo, antes de arrojarlo al vertedero de Navatejera. Además, este tipo de pruebas determinan la hora exacta de la muerte y si esta se produjo en el lugar en el que apareció.