El punto cero de recepción y las lagunas de la negociación

Las últimas inversiones de Ebro en la fábrica azucarera de La Bañeza se realizaron el año pasado. En concreto, se modificó la entrada a la factoría, tanto de vehículos de carga como de otro tipo de automóviles, y se asfaltó la playa en la que los camiones esperan su turno para descargar. Al margen de estas mejoras, Cordón y Abad indicaron ayer que la de La Bañeza es una fábrica moderna, «que ha cumplido mejor que nadie sus deberes», aunque «quizá, lo que falta es el famoso punto cero de recepción», del que los sindicatos agrarios han hablado como la inversión que salvaría a la fábrica de manera definitiva. En este sentido, los empleados entrevistados manifestaban que «igual que se le pide al agricultor que afile el lápiz echar cuentas con respecto al cultivo, la empresa conseguirá que se mejore la calidad de la raíz con el punto cero». El lugar de descarga parece tan fundamental en el nuevo panorama que se vislumbra en Europa como «la modernización de regadíos. Es necesario que el agua sea barata», consideran Jesús Abad y Miguel Cordón, en un mercado en el que habrá que ajustar los costes de producción. El olvido Los trabajadores de la azucarera «echamos en falta lo que nos toca a nosotros en el peor de los casos: se habla de ayudas para la industria para dejar la producción y, también, para los agricultores, pero nadie ha mencionado a los trabajadores de la industria, de algo que nos ampare, porque no podemos ser los paganos de la crisis», consideran. Abad y Cordón señalan que en algunas zonas de León, y en especial en el Órbigo, se ha vivido de la remolacha durante todo el siglo XX: «El cultivo ha sido el motor de la economía familiar y el problema que se plantea es la alternativa en un mundo rural que debe mantenerse», aseveran los empleados, que no dudan en pedir al Gobierno «que la negociación sea a cara de perro si es necesario, porque la filosofía de la Unión Europea no es favorecer a unos países a costa de otros».