Diario de León

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«Hay que quitar el dolor como sea»

Más de 33.000 personas han pasado por la Unidad del Dolor del Hospital de León desde su creación y más de novecientas siguen tratamientos para algias agudas en este servicio

Tratamiento de un paciente en la unidad del dolor de un centro hospitalario

Tratamiento de un paciente en la unidad del dolor de un centro hospitalario

Publicado por
R. Martín - león
León

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El doctor Antonio Pelegrín admite que el dolor hay que quitarlo siempre, como sea. Y ahora, asegura, es posible en casi todos los casos. Más de veintitrés años de experiencia, alrededor de treinta mil pacientes vistos, 80.000 tratamientos... son los números más llamativos de la Unidad del Dolor del Hospital de León que él dirige, un servicio creado como tal en 1982 y en el que dos profesionales se encargan cada día de acabar con el dolor. Los usuarios tienen todos una característica fundamental: son pacientes para quienes el dolor se ha convertido en un compañero crónico e inseparable. La unidad -relata el doctor Antonio Pelegrín- se inauguró para tratar a pacientes con dolor crónico-maligno, fundamentalmente pacientes con cáncer. En esa época fueron apareciendo servicios similares en varios hospitales, siempre llevado por anestesistas que compaginaban su función con la tarea en los quirófanos. En León, aunque algunas cosas han cambiado, dos anestesistas siguen al frente de la unidad, compartiendo sus horas entre los dos servicios. La idea, que quedó en eso, era crear unidades multidisciplinales en las que participaran neurólogos, traumatólogos, anestesistas... «abordar el dolor desde todas las especialidades», subraya Pelegrín. «Ahora la unidad está perdiendo su contenido real ya que fue creada para atender el dolor maligno generado por el cáncer, éste era nuestra vocación y nuestra escuela», agrega el responsable de la unidad. En los últimos dos o tres años, apunta como explicación, estas unidades se están desvirtuando de su función principal y ese tipo de dolores los llevan oncólogos y especialistas en cuidados paliativos, con sus «deficiencias», El cambio es, de nuevo, palpable en las cifras. En los primeros años _indica_ el 80 ó 90% de los pacientes que llegaban a la unidad procedían de Oncología, hoy apenas suponen son un 20 o un 25% del total. Reumatismos, dolores post-quirúrgicos, fibromialgia, dolores post-herpéticos constituyen ahora el grueso de las patologías que atienden, siempre con la característica de la cronicidad, más de tres meses de duración. El pasado año la unidad trató a 1.353 pacientes con dolor crónico, de ellos 95 fueron ingresados en algún momento. Esta cifra supone una disminución respecto a años anteriores, explicable por el tratamiento en otras unidades Unidad del dolor agudo Respondiendo a una necesidad generada por las circunstancias, nació hace poco más de seis años la unidad de dolor agudo como apéndice del servicio general. El pasado año atendió 906 pacientes, derivados de otros servicios médicos del centro o de facultativos de cabecera. Son pacientes _explica Pelegrín_ con dolor irreversible que hay que tratar como si fuera un síntoma más de una enfermedad. Proceden de unidades como cirugía general, traumatología o Medicina General (pacientes con herpes zóster). Eran apenas un tercio de los pacientes que, según las estadísticas del centro, eran susceptibles por su cuadro médico de atención. Un 70% procedían de cirugía general, un 49% de urología y otro 15% de traumatología. Estas cifras son aún insuficientes, explica Pelegrín que subraya que la unidad necesitaría más personal para poder atender a más pacientes. «La tasa de cobertura que tenemos es muy baja, apenas llega a nosotros un un 10 o un 15% del dolor pos-operatorio que podríamos ver y eso pese a que la reducción del dolor mejora la recuperación y la acorta», senala a modo de ejemplo. Los tratamientos son similares en ambas unidades: «se trata de quitar el dolor como sea». Analgésicos, antiinflamatorios, antidepresivos, estimulación transcutánea, relajantes musculares, bombas de analgesia directa que controla el propio enfermo, opiáceos... todos los fármacos sirven para reducir las algias. En los últimos años «se ha avanzado mucho en tratamientos cada vez más efectivos y con menos efectos secundarios, pero siempre existirá un pequeño número de personas a las que no sea posible quitarles el dolor. Ese seguirá siendo nuestro reto», manifiesta.

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