Caboalles, bajo dieta de un fuego al día

Uno, otro, otro más... y así hasta ocho. La localidad leonesa de Caboalles de Abajo se persigna ante el aluvión de incendios que acaban con la vegetación de la zona y la paciencia de los vecinos. En los últimos veinte días la frecuencia de incendios se eleva a uno cada medio centenar de horas y, para terminar de rematar la machada, todos salvo el último, originado ayer a las 13.30 horas, han tenido lugar de madrugada, produciéndose en las inmediaciones del pueblo. El pedáneo de Caboalles, José Antonio Suárez, ya no sabe qué hacer para paliar el desmadre medioambiental de yesca y pedernal que asola la zona. Los vecinos, impotentes, sólo encuentran explicación de mano de la intención pirómana de algún desaprensivo. La pasada semana la Guardia Civil detuvo a un joven de la zona imputándole la supuesta autoría de los seis primeros incendios, pero el fuego no cesa y cada vez se aproxima más a las viviendas. Ayer mismo los oriundos del lugar se batieron cuerpo a cuerpo con la efigie de piros a escasos metros de una casa. Como resultado del combate el pedáneo de Caboalles fue trasladado a Villablino para recibir asistencia médica por inhalación de humos. Y lo peor, las llamas no terminan de vaciar la recámara. El control de los incendios lleva el nombre de los vecinos del pueblo y el apellido, de los trabajadores municipales de Villablino, que con su generosa presencia sustentaron el avance del frente flamígero en más de una ocasión. Las brigadas contraincendios sólo asistieron en una ocasión, el día nueve de agosto, cuando a las 2.30 horas de la madrugada los anejos de Caboalles ardían a merced de las llamas. El suceso arroja incertidumbre sobre el devenir de los acontecimientos. Nadie es capaz de explicar el origen de los incendios pero todo apunta a la mano de un individuo empeñado en convidar al pueblo y a sus vecinos bajo una dieta de fuego diario.