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| Reportaje | Las cantaderas |

Quizá, el próximo centenario

El enfrentamiento de la ofrenda y el foro entre el Ayuntamiento y el Cabildo catedralicio vuelve a quedar en tablas, cumpliendo ya más de once siglos de tradición

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A. Calvo - león
León

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León se vistió ayer de tradición. Las calles más céntricas se convirtieron en el escenario de la festividad de San Froilán. Por ellas desfilaron los carros engalanados, los pendones y las doncellas que participaron en la representación de Las Cantaderas. La edil de Fiestas, la popular Cristina Gómez, fue la encargada de actuar como síndica para enfrentarse a Primo Lucio Panera, vicario judicial, y debatir, como viene haciéndose desde hace siglos si la ofrenda que realiza la ciudad de León al Cabildo catedralicio es una oferta o una obligación. El claustro de la Catedral fue el escenario de la entrega de viandas y cientos de leoneses los testigos de esta tradición milenaria, que se remonta a 840. Las doncellas, tras los representantes eclesiásticos y frente a ellos, alcalde y concejales. La edil intentó convencer al representante eclesiástico, en un intenso enfrentamiento verbal, la postura que siempre ha mantenido la corporación municipal: la entrega es una ofrenda. Uno de sus primeros argumentos, la fe. Por este motivo, según Cristina Gómez el pueblo de León ofrece, ya desde hace más de once siglos, productos de la tierra y manjares a los miembros del Cabildo catedralicio, para agradecer así la intervención divina del apóstol Santiago en la batalla de Clavijo, donde las tropas sarracenas fueron derrotadas por los cristianos. Al regresar del combate, Ramiro II suprimió el tributo de cien doncellas que la ciudad debía rendir al Califato de Córdoba. Como las palabras no fueron suficientes y la defensa de Primo Lucio fue tan férrea, lleva décadas representando su papel, la joven concejala llegó a ofrecer «palco y balcón» a los representantes religiosos, además de buenos productos gastronómicos, para que este año pudiera ponerse fin a la disputa. «No acepto chantajes, ni comidas, ni bebida, ni honores», contestó tajantemente el vicario. Aún así, Gómez imploró a la frase de las clarisas e hizo entrega a Primo Lucio de una cestilla alegando: «¡Manda huevos!». Pero ni por esas. La concejala no tuvo más que rematar, «con la iglesia hemos topado». «La iglesia es paciente, no hay problemas, no tenemos elecciones. Podemos esperar a que este asunto se resuelva en el próximo centenario de San Frolián o en el de la Virgen del Camino», remató fríamente el representante del Cabildo catedralicio. Así pues, la disputa volvió a quedar en tablas.