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El expreso de Shangai

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Juan Vázquez - león
León

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Basta con conocer a los Cosmen para poner bajo todas las sospechas del mundo la venta de Alsa, la empresa que desde hace varias generaciones constituye el nexo de la saga. Alsa no es una empresa familiar, sino que los Cosmen son una familia empresarial, para quienes vender la firma sería algo parecido a ponerse un precio a ellos mismos. Al margen de la figura jurídica que se plantee, lo que resulta evidente es que Alsa y la británica National Express están planteando unir fuerzas para perseguir intereses comunes. Desvelar estos intrereses esquivaldrá a conocer el objetivo de la operación. Alsa es una gran empresa, pero nada en comparación con el gigante británico National Express. ¿Qué puede ganar la inglesa con este matrimonio? Parece evidente que su interés es el mercado chino, en el que la firma asturiana fue pionera; lo conoce mejor que ninguna otra compañía occidental del sector, pero carece de la dimensión necesaria para abarcar por sí sola el negocio que comienza a abrirse en el mayor mercado del mundo. Si alguien tiene los brazos lo suficientemente amplios como para abarcar tanto, es la National Express. Pero, ¿y Alsa?, ¿cuál será su interés? Esa es la pregunta del millón, cuya respuesta exacta sólo deben conocer los Cosmen, pero si hay algo en lo que la National Express puede aportar experiencia a la empresa asturiana es en la gestión del transporte ferroviario, ya que casi un 40% del negocio de esta compañía procede del tren a raíz de la privatización que llevó a cabo Margaret Thatcher en los ochenta. Hay que recordar que el ferrocarril está en plena privatización en España: La empresa estatal Adif se queda con unas vías por las que, previo pago, podrán circular los trenes de Renfe o los de cualquier otra compañía. Si a alguien en España le interesa este nuevo negocio, es a Alsa.

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