Diario de León

El trastorno por déficit de atención supone un tercio de las consultas de la unidad que existe | Crónica | Madres coraje |

León necesita otros dos psiquiatras para atender la patología infantil y juvenil Solas frente al problema

La provincia tiene sólo un psiquiatra infantil frente a seis en Valladolid para una población similar

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A. Gaitero A. Gaitero - león león
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León y Valladolid tienen casi la misma población: 492.720 y 510.863 habitantes, respectivamente. Las dos provincias tienen dos áreas sanitarias. Pero León sólo cuenta con un psiquiatra en la única unidad de tratamiento infantil y juvenil de la provincia, mientras Valladolid dispone de seis para las dos áreas. Las doscientas personas que asisten a las jornadas sobre el trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad, organizadas por Alenhi, la asociación leonesa de afectados, no salían ayer de su asombro al escuchar las cifras que puso sobre la mesa Enrique Ortega García, psiquiatra responsable del área de Infanto-Juvenil del Hospital de León. En Ponferrada no existe ningún departamento de psiquiatría infantil y los pacientes son atendidos por los equipos de salud mental destinados a la población general. León está, pues, al mismo nivel que Soria o Ávila en cuanto a número de especialistas en el departamento infantil y juvenil: un psiquiatra, una psicóloga y una enfermera. León tampoco cuenta con otro recurso que se considera necesario para atender a la población más joven como es un equipo de salud mental infantil y juvenil, que desarrolle su trabajo a nivel ambulatorio y sea el puente «natural» entre pediatra y psiquiatras infantiles. Un tercio de las consultas Ortega señaló que la provincia requiere, al menos, otros dos psiquiatras infantiles para ofrecer «una mejor atención» a la patología psiquiátrica. El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) tiene una prevalencia muy alta al suponer aproximadamente un tercio de la patología psiquiátrica que se atiende en la unidad. La unidad infanto-juvenil recibe los casos derivados por los equipos de salud mental, no directamente de los pediatras. Enrique Ortega García señaló que la respuesta de los pacientes al tratamiento específico para el TDAH «es formidable, muy buena» cuando se da en solitario, pero hay pacientes «con más dificultades» debido a la comorbilidad. Sólo el 31% de los casos de trastorno por déficit de atención se dan de forma aislada en una persona, en el 40% de los casos el TDAH aparece asociado a la conducta oposicionista desafiante, el 34% con ansiedad, el 14% con trastorno de conducta y el 11% con tics. Ortega destacó, asimismo, las dificultades que existen para marcar la línea divisoria entre ciertas patologías porque «a veces se superponen» y subrayó que es importante determinar si determinados síntomas, como la ansiedad, se daban con anterioridad al TDAH o se sufre a consecuencia de convivir con el trastorno. «R. 42 años, madre de un niño de 11 años diagnosticado de TDAH hace menos de un año. Es un niño que tiene problemas de conducta, contesta, se enfada cuando le dicen que no, no obedece, miente, es muy desordenado, le han expulsado del colegio por «mala conducta» y presenta un severo fracaso escolar con retraso en el aprendizaje. La mujer acude a la psicóloga «muy angustiada, llora continuamente porque ya no sabe qué hacer». No quiere ir al colegio, harta de oir que su hijo es «vago» y «sinvergüenza». Se siente culpable de lo que le ocurre a su hijo. «El padre pasa poco tiempo en casa y no está en absoluto implicado... Ella está sola frente al problema». Así les sucede a la mayoría de las madres porque «desgracidamente son las madres», «los padres, salvo excepciones no están implicados en absoluto en la educación y crianza de los hijos». Mª del Mar Aller, psicóloga de la Asociación Leonesa de Afectados por el Déficit de Atención con o sin hiperactividad, habló ayer en las jornadas de las consecuencias familiares del trastorno por déficit de atención. Reprodujo testimonios tan duros como el de una madre que afirmó en su consulta: «Llegó un momento en que no podía soportar tenerlo delante» o el de otra que le confesó que «me costaba trabajo demostrar a mi hijo que le quería». Enfrentarse al TDAH, señaló, supone pasar por una fase de «incomprensión y desconocimiento» y se puede acabar, como en los ejemplos que puso, en la «desesperación y sentimientos hostiles que aumentan más la culpabilidad». Si la amenaza de la ruptura es uno de los riesgos que corre la pareja, los hermanos, cuando los hay, tampoco viven ajenos al trastorno. Pese a resaltar que «las relaciones familiares se deterioran», la psicóloga se mostró esperanzada: «Estas madres no se rinden fácilmente y van de un especialista a otro hasta que alguno de ellos diagnostica y les explica lo que le pasa a su hijo.

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