Ya no vale ni la historia

Ni la historia, ni la tradición, ni el número de ejemplares y criadores de la provincia y ni siquiera la fuerte demanda social y política lograron convencer a la Junta para conceder a León la sede oficial del mastín, tal y como se había comprometido en su día. El miedo a la rebelión de las otras dos asociaciones que pujaban por la tenencia de la raza, sobre todo la que tiene su sede en Palencia, empujó a la institución autónoma a tomar una decisión salomónica, que al final no contentó a nadie y protagonizó otra decepción más en León. Fue en el verano del 2004 cuando comenzó la batalla. En ese momento, la Asociación Española del Mastín -con sede en Palencia- reclamó a la Junta la tenencia y llevanza en exclusiva del libro genealógico del mastín -en argot técnico denominado mastín español de León-, despertando en la provincia una intensa indignación que crecía a media que este colectivo argumentaba detalles que desubicaban a este perro de León. Políticos, organizaciones sociales y ciudadanos clamaron por esta raza, mientras la Junta no tuvo más remedio que prometer que León sería la sede exclusiva. Al final fueron tres las asociaciones que querían este libro -dos de León y la de Palencia-, aunque en primavera la institución autónoma ya había olvidado su promesa y decidido dividir la raza entre tantos libros como colectivos pugnaban por ella. Intentó, sin éxito, una federación de las tres asociaciones para racionalizar esta gestión y garantizó de nuevo que León sería la sede. La falta de acuerdo impidió este sueño y la pataleta de todos los implicados. La Canina Leonesa amenazó con encierros de propietarios y perros en la Junta con el inicio de la temporada de concursos. Ahora, en otro intento más recurren al Gobierno por si todavía puede conseguirse algo. Ya veremos.