¡Fuego!... y un peligro menos
Los vecinos de Soto y Amío han estado un poco revolucionados los últimos días ante la aparición de una granada de mortero italiana en una casa. Los Tédax la destruyeron
Son las 15.55 horas del lunes. Un Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos (Tédax) de la Guardia Civil de León grita ¡Fuego! en un paraje cercano al pueblo leonés de Soto y Amío. Instantes después, la granada de mortero localizada en una vivienda del pueblo dejaba de constituir un peligro para los habitantes de la misma. El sábado por la tarde Carmen Robla se afanaba en dejar limpia una parte de la casa que durante años se convirtió en trastero. En el lugar se almacenaban todo tipo de enseres que después de una limpieza a fondo y la pertinente obra han dado paso a la cocina de curar la matanza. En un cajón, en la parte inferior derecha, Carmen encontraba la granada de mortero italiana Brixia. Su primera reacción fue de sorpresa para de inmediato sentir miedo. Sin tocarla, avisó a su hermano y a su marido, que hizo la mili en Valencia en un destacamento de carros de combate, y nada más verla le dijo lo que era. La limpieza se dio por concluida en este momento y el hijo de Carmen, que conoce a un guardia civil del puesto de La Magdalena, le avisó de lo ocurrido. Al día siguiente se personó en el lugar y se dio aviso al Grupo de Especialistas de Desactivación de Explosivos (Gédex). Hacia las dos de la tarde del lunes se personaron en el lugar tres Tédax, quienes se hicieron cargo del artilugio, de 45 mm., con una carga explosiva entre 60 y 70 gramos, que fue destruida fácilmente. El responsable del Gédex manifestó que «después de más de 60 años es difícil saber las circunstancias en las que se encuentra la munición, pero en este caso estuvo preservada de la humedad, aire y agua, por lo que en apariencia estaba bien conservada, por lo que el manejo ha sido fácil». La casa, construida por los bisabuelos de Carmen, pasó a su propiedad fruto de la herencia una vez que su padre falleció hace siete meses. Carmen no podía imaginar que entre tanto trasto apareciese esta munición, ante lo que afirmó que «seguro que mi padre la trajo de la guerra, donde estuvo tres años en Guadalajara y Teruel». En estas circunstancias, así como en similares, el Gédex procura trabajar de día para aportar seguridad a la voladura. De media, sus actuaciones en estos casos suelen ser de dos al mes.