Comienza la función...

Hasta hace tres años, León carecía de un espacio de categoría en el que pudieran actuar las grandes estrellas del panorama teatral y musical. Un vacío que se esfumó con la inauguración del auditorio Ciudad de León el 3 de mayo del 2002. Tantas décadas sin ese gran escenario y en pocos meses, en lugar de un auditorio parece que habrá dos, separados por cinco kilómetros de distancia. La fiebre por dedicar recursos al placer auditivo y visual ha contagiado a Villaquilambre, un ayuntamiento del área metropolitana leonesa que quiere dar un nuevo barniz a sus pueblos, en plena expansión urbanística, para transformarlos en pequeñas ciudades. Y no sólo eso. El alcalde, Miguel Hidalgo, confiesa que su sueño sería convertir al futuro edificio de madera, cristal y hormigón en todo un referente del mundo del teatro en la mitad Norte española. Su ilusión es poner en marcha un festival de teatro alternativo, que se consolide año a año, y que, además de foco cultural, haga brillar el nombre de Villaquilambre fuera de las fronteras provinciales. La oposición no es tan optimista y, aunque han apoyado desde el principio la construcción del auditorio, lamentan que se lancen tantos sueños «y tanto humo, antes de haberse colocado ni siquiera la primera piedra». Como si fueran Pepito Grillo, los leonesistas recuerdan que 1,5 millones de euros no se encuentran fácilmente y que el Ayuntamiento deberá realizar un gran esfuerzo inversor si quiere que el edificio sea una realidad, «porque con una línea de subvención de la Diputación no es suficiente». También consideran que «mover» el auditorio constituirá todo un reto, que conlleva ofrecer una sesuda y bien organizada programación. De ahí que propongan establecer lazos con el auditorio leonés, un gigante que triplica las 330 butacas de la futura sala de Villaobispo y que dispuso del doble de financiación.