La defensa cree que la joven no fue forzada y baja la pena a seis meses
La letrada del imputado considera en su escrito que la versión de la víctima no es verosímil, y que en realidad, efectivamente se produjo la discusión inicial en el domicilio que compartía el procesado con su ex-pareja, pero, a la vista de la magnitud de las lesiones, no pudo producirse un episodio de repetidas agresiones en las que el acusado habría cogido a la víctima y golpeado su cabeza contra el espejo y contra la pared: «Las lesiones hubieran sido de distinta magnitud» sostiene la abogada. Las conclusiones de la defensa niega las supuestas agresiones sexuales, puesto que entiende que, si bien se produjeron relaciones sexuales, fueron consentidas, y alude a un informe pericial elaborado al respecto en el que se refleja que «a nivel genital, no existen signos de lesiones, ni agudas, ni antiguas» no refiriéndose a tampoco a la existencia de otras lesiones físicas, sujeciones en contra de la voluntad de la demandante «lo que pone de manifiesto que no existió violencia en las relaciones sexuales, y que estas fueron consentidas». Manifiesta también la defensa en sus calificaciones previas que los únicos hechos que presencia la hija común de los dos implicados en la cuestión, fue la agresión que tuvo lugar en el cuarto de baño, ya que «posteriormente fue acostada por su padre» sostiene la defensa «y no volvió a estar presente en ningún otro hecho». Por todo ello, entiende que procede un delito de lesiones en el ámbito familiar, por el que solicita una pena de seis meses de prisión, tres años de privación del derecho a portar armas y una orden de alejamiento por espacio de cinco años a una distancia de 500 metros, sin indemnización.