Diario de León

Salvados por la escalinata

La ciudad de León reza un año más la tradicional salve a la Inmaculada Concepción en las escalerillas de la plaza Mayor, para conmemorar la resistencia contra la invasión francesa

La salve a la Inmaculada congregó al equipo de gobierno municipal en el acto de la Plaza Mayor

La salve a la Inmaculada congregó al equipo de gobierno municipal en el acto de la Plaza Mayor

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R. López - león
León

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La Corporación Municipal de León asistió al tradicional rezo de la salve en las escalerillas de la Plaza Mayor ante la hornacina que contiene la imagen de la Inmaculada Concepción que, según la leyenda popular, obró un milagro durante la invasión francesa a la capital leonesa permitiendo la huida de los soldados leoneses cercados por las tropas invasoras. Junto a los miembros de la institución municipal, más de cien personas se dieron cita, como cada 8 de diciembre, al pie de las escalerillas para cantar la salve. Esta tradición, señaló el alcalde de León, Mario Amilivia, «forma parte de lo que es León, con unas costumbres que conforman nuestra manera de ser». Asimismo, el consistorio leonés quiso rendir homenaje, con la colocación de la insignia de oro de la ciudad, al Bar Benito, ubicado al pie de las escalerillas y fundado en 1915, y a Nazario Gómez por su colaboración desinteresada en la celebración de este acto durante casi 30 años, «contribuyendo a que continúen vivas nuestras tradiciones», significó Amilivia. Coracero francés Esta leyenda, que cada año se conmemora y se recuerda con el rezo de la salve, se remonta al año 1810 cuando la ciudad de León fue invadida por las tropas francesas. Según las crónicas de la época, 150 leoneses se enfrentaron a los más de mil soldados de guarnición franceses para liberar la capital. Los leoneses fueron cercados en la Plaza Mayor, donde empezaron a irrumpir los coraceros de las tropas francesas a caballo. Contra toda previsión, los combatientes leoneses lograron huir por las escalerillas que unen la plaza con la calle Puerta Sol, en cuyo arco había un fresco con la imagen de la Inmaculada Concepción. En su persecución, uno de los coraceros, sin darse cuenta de la existencia de las escaleras, cayó por ellas con su caballo, muriendo ambos y permitiendo que los leoneses escapasen. En recuerdo a este hecho, se colocó una hornacina con la imagen de la Inmaculada Concepción en la boca de las escalerillas, ahora señalada con una placa que indica «Establecida a principios del siglo XIX, el episodio del coracero francés y la salvación de los combatientes locales en 1810 desata el fervor de la tradición popular».

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