Entre Judas y Pilatos

SEGUIMOS VIVIENDO en una ciudad de envidias. Quiero decir a José Antonio Cabañeros que esto no se le hace a un amigo. Eso creía yo, al menos. Lo digo por lo de amigo. A los instigadores de la trama urdida, que me dan a la vez pena, lástima y asco, bastante tienen para ellos con ser como son. Y a los seis que a mi no me votaron, que sus razones tendrán, no digo que no, y de las cuales no soy consciente, que a partir de hoy se llamarán Judas, y al que votó en blanco Pilatos. Alguno de ellos, por intereses particulares, han preferido traicionar la amistad que teníamos. Que ya estén tranquilos, pues ya no me tienen en la junta de seises y no les estorbaré nunca más. A todos ellos sé que no les va a remorder la conciencia, pues lógicamente carecen de ella y de cualquier otra virtud del ser humano. Amigo Cabañeros, ahora sé que me guardabas esta desagradable sorpresa desde que la Virgen de la Piedad fue llevada a restaurar, por cierto con una muy buena gestión, antes que tu Virgen de la Amargura que también es la mía. De todas las maneras que tengáis todos vosotros una muy buena Navidad y un próspero año nuevo. Ahora se empezarán a decir de mi improperios, falsedades u otras maldades, pero quien me conozca sabe a ciencia cierta que lo único que he hecho en esta cofradía es trabajar por y para ella y por mi siempre amada Virgen de la Piedad. Quiero de todo corazón dar las gracias a todos los que siempre me han apoyado en cualquier aspecto de la vida paponil, que por cierto son muchísimos, y las innumerables llamadas que he tenido, recibiendo el total apoyo a mi persona después de este fatal desenlace. Marcho de la cofradía de frente, como siempre he andado, con el pecho bien erguido, con la cabeza bien alta y mirando a los ojos a todos, cosa por otro lado que otros no van a poder hacer a partir de ahora. Por último, dar las gracias a mi mujer y a mi hijo por su dedicación y soporte. Gracias a todos y hasta siempre, amigos.