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«El buen abogado tiene ciencia y conciencia»

El presidente del Tribunal Superior de Justicia, José Luis Concepción, apadrina una nueva promoción de la escuela de prácticas

León

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A la Escuela de Práctica Jurídica se le pasó por la cabeza un día la idea de que, para su promoción decimosexta, quizá José Luis Concepción, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, pudiera ser un buen padrino, y como a invitaciones de estas características es difícil negarse (vale más buena predisposición que mala agenda) a los 25.000 kilómetros que había recorrido por toda la autonomía desde septiembre hasta ayer el responsable máximo del TSJ, se le suman hoy unas cuantas horas de carretera más. Mereció la pena. Nacido en Segovia, hijo y yerno de letrado, Concepción reconoció haber viajado a León en otras oportunidades «pero no con la misma intensidad que esta vez». Y así, calificó la abogacía como «el arte de explorar en el sagrario del alma humana» y citó a Ángel Osorio, autor de El alma de la toga : «La rectitud de conciencia es inmensamente más valiosa que el conocimiento». En la misma línea de consejos para los nuevos diplomados, casi una treintena, invitó al colectivo a olvidar la voz de la calle: «Nuestra profesión y la de los médicos están entre las más difamadas, pero en los dos casos, el profesional se deja parte de su espíritu en el empeño con cada una de sus actuaciones». Encontró en la virtud y la voluntad dos coordenadas básicas de trabajo: «Si un loco se dedica a tirar piedras a la luna todas las noches, no es probable que la alcance, pero sí que se convierta en un buen hondero». Soporte básico «La consagración de la abogacía a la Justicia» dijo «es un soporte básico para el Estado. Un buen abogado necesita tanta ciencia como conciencia. Toda profesión exige lucha, y esta, más». Entre las cualidades que adornan a un buen letrado subrayó «la caridad, la humildad y la psicología». Calificó el secreto profesional de derecho y deber «porque así lo exige la Ley Orgánica del Poder Judicial» y cerró su alocución reconociendo la dificultad que encierra aleccionar al que empieza: «Brevedad y claridad son las dos condiciones del abogado que más aprecia el juez. Si no se puede contar con las dos, la claridad es inútil. Cuando el abogado habla poco, el juez puede no comprender lo que dice, pero comprende que tiene razón» explicó, parafraseando a Piero Calamandrei, uno de los principales inspiradores del Código Civil de Italia en 1940. Personalidades Casi todo lo demás fueron aplausos. De Fernando Fernández Cieza, decano del Colegio de Procuradores, de Vicente Gordón, fiscal jefe en funciones, de Ricardo Gavilanes, decano del Colegio de Abogados (que apadrinó a su propio hijo en el acto), de Manuel García Prada, presidente de la Audiencia Provincial, de Juan Carlos Suárez-Quiñones, juez decano de León y de Ignacio Fernández, secretario del Colegio de Abogados. Y de los familiares y amigos de los miembros de la promoción, que llenaron el paraninfo de la Universidad de León, entre los que no faltaron las caras conocidas: Ibán García, concejal del PSOE apadrinado por Natalia Rodríguez Picallo, o Juan Rodríguez Zapatero.

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