Desde los muros de la prisión
La cárcel de Mansilla de las Mulas organiza durante estas fiestas diversas actividades para que los internos afronten estas fechas lejos de la tristeza y la depresión
«Para muchas personas las Navidades son fechas difíciles. Para nosotros, la única diferencia es que carecemos de libertad». Este es el sentimiento general de los presos de uno de los módulos de la prisión de Villahierro, en Mansilla de las Mulas, donde medio centenar de internos, recluidos por delitos relacionados con el consumo y la venta de estupefacientes, intentará llevar lo mejor posible estas fiestas. Miguel Iván, un joven de 33 años oriundo de Gijón, cumple condena desde hace dos años entre los muros de este centro penitenciario, aunque casi ha perdido la cuenta, ya que cuando se le pregunta tiene que hacer memoria, bien porque trata de olvidar los días que aún le restan para saldar sus cuentas con la justicia o porque entiende que este tiempo le permitirá escapar de los motivos que le llevaron a prisión. «Ingresé con 32 años y, si tengo suerte y el juez tiene en cuenta mi buen comportamiento, con menos de 36 años saldré de la cárcel para intentar comenzar una nueva vida. Soy consciente de que todavía me queda alguna Navidad que pasar entre rejas y que estas fechas son tristes para todos, incluso para la gente que hay fuera. Todos arrastramos alguna pena o problema que nos impide ser plenamente felices en la vida», mantuvo. Este espíritu de esperanza no es la tónica general para los 1.500 hombres y las 48 mujeres que permanecen en el centro. Isabel García, la subdirectora médica que atiende a la población recluida junto con un equipo de 20 profesionales, reconoce que por Navidad los casos médicos relacionados con cuadros de depresión se multiplican y agravan su situación. .