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Lograr que ande, lograr que hable

La Asociación de Paralíticos Cerebrales espera poner en marcha un piso tutelado antes de que acabe el año con lo que sus programas de atención llegarán a más de cien personas

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R. Martín - león
León

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Algunas asociaciones se plantean el reto de la integración laboral. Otras el de la atención integral. Aspace se plantea cada día lograr que un niño ande, que otro pueda comunicarse, que Jesús pueda salir a la calle, que María no quede sola cuando falte su familia... «Nuestra labor diaria no logra resultados espectaculares, pero sí hace que las personas vayan desarrollándose dentro de sus capacidades», explica Maximiano Merino que, desde hace cinco, asume el reto de la presidencia de Aspace, una organización a la que llegó a través de un caso familiar. Aspace lleva más de veinte años trabajando en la integración. Veinte años dando respuesta a los problemas de decenas de familias leonesas a quienes un diagnóstico de parálisis cerebral quebró la vida. Veinte años luchando por una vida mejor para las más de cien personas, gravemente afectadas, a las que atienden. Por eso, y por la necesidad de veinte años más de trabajo, Aspace sigue peleando día a día por mejorar sus infraestructuras pero, sobre todo, por conseguir que «estos chicos mantengan sus posibilidades que si no tienen ayudas pueden no llegar a conseguir o pueden perder». En esta lucha han conseguido poner en marcha, desde que comenzaron a trabajar en 1985 en La Bañeza, un centro educativo especial con seis aulas concertadas en las que se imparte enseñanza en Educación Infantil, educación básica obligatoria y transición para la vida adulta. Unas clases a las que asisten casi una treintena de niños y adolescentes. Ayudas y subvenciones En las mismas instalaciones de San Cayetano, cedidas por la Diputación de León, Aspace cuenta con una residencia permanente con treinta plazas en la que se presta atención integral a los afectados. Ya en el año 2000, la asociación logró crear un taller ocupacional en San Feliz de Torío y un centro especial de empleo, centro que cuenta con ocho trabajadores que realizan tareas de limpieza o talleres de fotocopiado en colaboración con el Colegio de Arquitectos. El centro de San Feliz cuenta con talleres de lavandería y encuadernación, los primeros puestos en marcha por la asociación, Así se alcanzaban los 53 empleados y se rondan el millón y medio de euros de presupuesto que apenas permiten, no obstante, asistir al 10% de la población con parálisis cerebral que hay en la provincia, según cálculos de la asociación. Este presupuesto permite la atención integral y profesionalizada a todos los afectados, un servicio sanitario que cuenta con logopedas, fisioterapeutas, maestros, enfermeros y psicólogos que atienden tanto a los chicos como a sus familias. No obstante, buena parte del trabajo de la asociación es posible gracias a la implicación de los voluntarios, cerca de medio centenar que acuden al centro a colaborar y que posibilitan que los chicos puedan salir a la calle, participar en campamentos o hacer una vida lo más normalizada posible. La recuperación, o el mantenimiento de los afectados, se realiza mediante programas específicos de asistencia como los de hidroterapia, equinoterapia, musicoterapia o habilidades acuáticas que permiten una asistencia específica. Costear todos estos proyectos, y gestionar una empresa con más de cincuenta trabajadores, sólo es posible gracias a la colaboración de distintas entidades como la Diputación o la Junta de Castilla y León que ceden las instalaciones y costean su mantenimiento, y a diversas entidades y establecimiento que, de forma puntual, financian algunos de los proyectos de asistencia, empleo o integración que la asociación efectúa. «Nuestro objetivo es ampliar el número de centros para ampliar los servicios y el personal que les atiende», asegura Merino. De momento, la asociación presta asistencia a más de setenta personas, que llegarán a cien con la nueva residencia, con edades comprendidas entre los tres y los sesenta años de edad. El grado de dependencia de algunos de ellos hace que, en la residencia, exista casi un cuidador por cada pacientes. Las infraestructura asistenciales se completarán este año con la puesta en marcha de un centro residencia en el barrio de San Lorenzo. El centro que abrirá sus puertas en los próximos meses «viene a cumplir con el objetivo de la integración social de personas con gran discapacidad», explica el presidente de Aspace. Para que esto sea así ha sido necesaria la inversión de más de 700.000 euros, más de medio millón dedicados a la construcción de esta residencia-piso tutelado que tendrá capacidad para 24 personas. «Es un proyecto pionero, ya que existen mucho pisos tutelados para personas con alguna discapacidad, pero ninguna para graves afectados como es ésta», agrega Maximiano Merino. La asociación, no obstante, reconoce su temor al funcionamiento del centro por las personas que van a participar en el proyecto. «Serán mayor es de edad, elegidos por su grado de autonomía», agregan el presidente y el gerente de la asociación, Alberto Sevilla Álvarez. Y es que la parálisis cerebral es, según la asociación, una patología desconocida ya que no hay dos enfermos iguales. Varía en función del grado de afectación, explican. De ellos, gran parte son atendidos por sus propias familias en los domicilios. Veinte años después de su puesta en marcha, Aspace ha logrado uno de sus objetivos. «Aspace nació con la necesidad de dar servicio a las familias con algún miembro con parálisis cerebral. Lo hemos logrado», concluye Maximiano Merino.

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