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Una familia lo encontró en su propia casa, escondido bajo una cama

El juez condena a otros seis años de cárcel al bandolero de Omaña

La sentencia cree «poco creíble» la tesis de que su pistola fue «comprada en el rastro»

León

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El juzgado de lo penal número 1 de León dictó ayer sentencia de condena a seis años y tres meses de prisión contra Salvador Cañueto, «El bandolero de Omaña» considerado por el juez como culpable de un delito de hurto en grado de tentativa, por el que cumplirá tres meses de prisión, un delito de robo con fuerza en las cosas con agravante de reincidencia, por el que se le aplica una pena de cuatro años de prisión, un delito de tenencia ilícita de armas, que conlleva dos años de prisión como condena y una indemnización de 242 euros por los objetos sustraídos y los daños causados, así como la devolución de una pistola Astra de calibre 38 milímetros y el pago de las costas del proceso abreviado. El juez considera probado que la tarde del 202 de junio del 2002, el acusado penetró en una vivienda de la localidad de La Utrera, aprovechando que su propietaria se había dejado las llaves puestas en la puerta. Al darse cuenta del regreso de los propietarios del inmueble, se escondió bajo una cama, donde fue sorprendido por un sobrino de la propietaria. El procesado abandonó el lugar tras intimidar a los presentes con un arma no identificada y sin contestar a los requerimientos que se le dirigían para que justificase su presencia en el lugar. Debajo de una cama Entre los días 14 y 15 de julio del 2003, siempre según el texto de la sentencia, accedió al interior de una vivienda ubicada en Piedrasecha. Tras romper el cristal de una ventana, accedió al domicilio y se apoderó de un revólver Astra de 38 milímetros así como utensilios varios de cocina. Finalmente, fue detenido el 24 de mayo del 2005, cuando un guardia civil de paisano, lo encontró casualmente y le identificó, procediendo posteriormente a su detención. La sentencia considera «poco creíble» la versión que sostuvo el acusado, de acuerdo a la cual, el arma que se encontró en su poder en el momento de la detención, no era la que desapareció del domicilio de Piedrasecha, sino otra que había adquirido en el rastro de la capital, puesto que es inverosímil que el arma de un subinspector de Policía, pueda estar a la venta en un lugar público donde las fuerzas de seguridad vigilan de forma regular. Contra la sentencia cabe recurso ante la Audiencia Provincial, en un plazo de diez días hábiles a partir de la fecha en la que fue notificada a las partes, el pasado lunes 16 de enero. El procesado tiene pendiente de cumplimiento otra pena de seis años en Cádiz.