Diario de León

OPINIÓN

Los lacianiegos decimos no

Publicado por
GUILLERMO MURIAS. ALCALDE DE VILLABLINO
León

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EL PRIMER Plan del Carbón 1998-2005, redujo el sector a un tercio y el que está sobre la mesa, 2006-2012, lo reducirá a su mínima expresión, 9,2 millones de toneladas, 5.800 trabajadores, reducción de un 40% de la plantilla, y 411 millones de euros/año para todas las comarcas mineras de España bajo los epígrafes de formación, promoción, reactivación e infraestructuras que en la práctica, a los hechos me remito, dejan una escasa huella productiva. La única huella visible del Plan del Carbón es el aumento constante de las clases pasivas. No me opongo a que el minero de interior sea compensado por la especial dificultad de su trabajo, es una compensación irreprochable y muy merecida. Sé de lo que hablo. Me opongo como minero y como alcalde a la destrucción del sector del carbón por lo que tiene de obra funeraria para los valles mineros. El Plan del Carbón 2006-2012 que está sobre la mesa se plantea mantener las cifras extractivas del 2004 hasta el 2012 con la mitad de plantilla. Es obvio que se desean alcanzar las cifras extractivas con la mecanización exhaustiva que permiten las explotaciones a cielo abierto. Lo que queda del Plan del Carbón 2006-2012, lo que destila, es que se han impuesto los sectores económicos asociados a los hidrocarburos y al negocio fácil derivado de rascarse la barriga, importando carbón o hidrocarburos donde lo que menos importa es generar una Política de Estado para garantizar una reserva estratégica, que debiera rondar en cuanto a carbón se refiere alrededor de los 30 millones de toneladas y el 35% de la generación eléctrica total. La economía del carbón no está muerta, al revés, está más viva que nunca. Está muerta en la España donde abundan los liquidadores, los enterradores profesionales de nuestra economía y los especialistas en reconversiones funerarias. Se pretende y se busca la laminación de los valles mineros mediante el fomento indiscriminado de las explotaciones a cielo abierto y la subsiguiente carga de externalidades negativas, con compensaciones cero, cero patatero para los pobladores de los valles mineros, a pesar del inmenso margen comercial, a precios de mercado, que destilan los precios internacionales del carbón y de los hidrocarburos. Tengo obligaciones como alcalde y corregidor de Villablino. La primera de ellas, construir futuro para los lacianiegos. Se nos dice de un lado que la economía del carbón se extingue y que hay que matarla, está escrito en el Plan del Carbón, y de otro que el entierro lo tenemos que costear los lacianiegos, ofreciendo en sacrificio nuestras propias vidas y nuestra memoria histórica. De un lado, se nos impone que el futuro del Valle de Laciana está asociado a sus fabulosos recursos naturales, y por eso somos Reserva de la Biosfera, pertenecemos a la Red Natura 2000 y Zona de Especial Protección del Oso Pardo y de las Aves, con las restricciones económicas consiguientes, futuro que este Ayuntamiento hace suyo, y de otro, es la gran paradoja, nos imponen la liquidación de nuestro mejor activo, los recursos naturales, con las explotaciones a cielo abierto, destructivas, y lo que tiene más guasa, como parte final del ciclo de vida de la economía del carbón. Lo que queda, y no hace falta ser Einstein, es que se nos está enterrando vivos. La única alternativa que se nos brinda es la de meter los enseres en un atillo y huir. No tenemos salida y se nos ha convertido en el eslabón que tiene que pagar todos los platos rotos de una no-política energética. Pues bien, los lacianiegos decimos no, alto y claro. No tenemos nada contra Carbounión. Estamos en el mismo barco, pero percibimos la ausencia de política energética de muy distinta manera, no en vano los lacieanegos somos los principales perdedores. Carbunión debiera ser más activa y consistente en la defensa del sector. Si el Ministerio de Industria tiene a bien prescindir de una política energética de Estado orientada al autoabastecimiento, tendrá que tener a bien, es su obligación moral, trasladar parte de tan fenomenal dispendio a quienes la padecemos, los lacianiegos. ¿Por qué tanto interés en liquidar el sector del carbón? Si los lacianiegos tenemos que soportar explotaciones a cielo abierto en alguna parte tienen que quedar consignadas las contrapartidas y las políticas ambientales. Contrapartidas claras y ciertas para los pobladores y vecinos. El argumento de la mala calidad del carbón y los altos costes de extracción no son de recibo. Se está jugando con la opinión pública. Basta. Somos el eslabón más débil y es un imperativo moral acabar con tanta hipocresía. Se nos quiere enterrar bajo un montón de escombreras, vivos y riendo la gracia. No. No puede ser. La sentencia judicial que obliga a paralizar la explotación a cielo abierto el Feixolín es una gota en un vaso de mentiras que esta a rebosar desde hace muchos años.

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