Una historia personal

Yo era una niña corriente llamada Elena que le gustaba mucho soñar. Una noche estrellada y brillante me fui a la cama como siempre y me puse a leer. Al cabo de una hora acabé profundamente dormida y como de costumbre comencé a soñar, pero esta vez no era un sueño, sino una pesadilla. Veía hombres y mujeres que lo inundaban todo de basuras y por supuesto todo era un desastre. Las calles estaban repletas de papeles, colillas... los contenedores llenos de bolsas, vidrios...; los bosques sin árboles. Todo era horrible y yo sentía una voz en mi mente que me decía: «Ayúdales Elena, mira como sufren esas latas de allí o esos papeles de la esquina, no seas rastrera y vulgar y haz lo que debas hacer». Me dirigí hacia unos papeles que había tirados al lado de un colegio. Me acerqué a coger uno cuando y de repente sonó una voz que procedía de la zona. «Ayúdanos, ayúdanos». Era un papel. Y me asusté tanto que casi me caigo al suelo. «¡Escúchame, por favor!». Repetía aquella voz. Yo escuchaba al papel boquiabierta y con los ojos abiertos como platos. «Tú nos tienes que ayudar. Sabes que todo esto es un sueño, pero en la realidad nada de esto puede ocurrir». Yo ya estaba agobiada intentando despertar de esa pesadilla cuando de repente abrí mis grandes ojos y descubrí que ya era de día. Bajé corriendo las escaleras y me adentré en la cocina donde estaban mis padres y mi hermano y dije: «¡Hay que ayudarlos!» «¿Ayudar a quién?» - dijo mi padre. Yo les expliqué lo sucedido en el sueño y cuando fui al colegio se lo comuniqué a mis compañeros y compañeras. Todos me entendieron y me quedé tranquila por que en el futuro ni yo ni nadie se encontrarían algún residuo tirado en el suelo o en cualquier otro sitio.