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| Análisis | Una muerte con misterio |

Otro capítulo de la larga lista de casos aún sin esclarecer

El crimen que acabó con la vida del ex-boxeador leonés vivió una vista oral de casi cuatro días, cargada de teorías contrapuestas y en la que ninguna de las partes pudo probar finalmente sus tesis

León

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De acuerdo a la primera sentencia, posterior a la vista oral celebrada en la Audiencia Provincial, ante un jurado popular, se establecieron como hechos probados que el jueves 13 de septiembre de 2001, el fallecido salió de su domicilio en compañía de un amigo, y en torno a las 18.00 horas entró en un local de alterne de una barriada de la capital, donde permanecieron hasta las 22.00 horas, momento en que el acompañante de la víctima se fue y le dejó solo. Media hora después, Molina salió del club junto a un camarero y al portero del establecimiento, y les exigió que le llevaran a otro club de la capital. Los imputados en el crimen se negaron, aludiendo que se dirigían a otro establecimiento similar de Villadangos del Páramo, al que finalmente acudieron los tres. Tras consumir varias bebidas alcohólicas, siempre según se recoge en el apartado de hechos probados de la sentencia, se produjo una presunta discusión, causada en teoría por la exigencia del finado a sus acompañantes de que le entregasen dinero. Los dos procesados se negaron, momento en que el fallecido sacó una pistola. Uno de los imputados forcejeó hipotéticamente con Molina, momento en que se produjo un disparo involuntario, que acabó con la vida del ex-boxeador. Los dos súbditos uruguayos trasladaron el cadáver a un vertedero cercano, y lo taparon con ramas y sacos. En el juicio declararon que su conducta obedecía al miedo que sentían de que el incidente pudiese poner en peligro su situación legal. La acusación trató de probar que, en realidad, se trataba de un asesinato cometido con intención y no por accidente, pero para el jurado popular, no hubo pruebas suficientes. Detenido por la Policía, uno de los sospechosos, confesó dónde se había arrojado el cadáver, pero solamente aparecieron restos de una tibia, que no sirvieron en las pruebas periciales para determinar si los hechos sucedieron realmente como se relata. Tras cuatro días de vista oral, el jurado popular se retiró a deliberar durante más de doce horas, al término de lo cual, se declaró a los acusados «no culpables». El Tribunal Superior de Justicia de Burgos desestimó un segundo recurso y absolvió también a los dos imputados hace meses. Ahora, llega la hora definitiva.

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