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| Reportaje | La Semana Santa y su historia |

Bracer@s para la «Señora»

Hombres y mujeres pujaron esta Semana Santa juntos en el mismo paso por primera vez en la historia de la cofradía de Angustias y Soledad, la más antigua de la ciudad

Publicado por
Susana Vergara Pedreira - león
León

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A las seis de la tarde del Viernes Santo, un bracero en nombre del seise pasa lista en la iglesia de Santa Nonia. Ausente, ausente, ausente... así hasta 30 braceros titulares del paso de La Soledad. A las seis de la tarde del Viernes Santo, la «Señora» no tiene, casi, quién la saque. Murmullos, apuros y alguna carrera. «Hermanos, ¡a hombro y que salga!», ordena el seise. «Hermano, que no llegamos ni a la gasolinera de San Francisco, que las varas están vacías, que no es una cuestión que querer sino de poder», le replican los braceros más expertos. Seis de la tarde del Viernes Santo. Año par. La cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad organiza la Solemne Procesión del Santo Entierro. Como manda una tradición casi inmemorial que sin embargo tiene memoria y fecha: la de la Concordia de 1830 firmada con Minerva. Pero este año, a las seis de la tarde del Viernes Santo, Angustias, la cofradía más antigua de la ciudad, estaba a punto de hacer historia. Otra vez. No hay fuerza humana para pujar, mecer ni bailar uno de los dos pasos titulares de la cofradía y la imagen que cierra la procesión del Entierro, justo en el que anochecido, en San Isidoro, se colocarán durante 300 metros el alcalde y los concejales para cumplir con un rito que no es figuración sino obligación. Alrededor de las varas, comienza la discusión. Dos papones de nombre e historia en la Semana Santa de León pronuncian lo hasta entonces impronunciable. Máximo Cayón, hijo de Cayón Waldaliso, y Javier Fernández Zardón, alias Motorines, bracero del paso (no hay nada más que decir de ninguno de los dos), casi al unísono, piden, sugieren, inspiran: «¡Que vengan las hermanas!». Sí, se refieren a ellas, a las mujeres de la cofradía, a las paponas. A ellas. Está a punto de romperse la regla. En Angustias, única de las tres cofradías históricas o «negras» que, en otro hecho histórico, admitió a mujeres, ellas pujan los pasos pero lo hacen sin mezclarse con los braceros (unos pasos para ellos y otros para ellas). En Angustias, jamás habían compartido vara. Y jamás era ¡jamás!... hasta las seis de la tarde del Viernes Santo. Murmullos, asombro y una negativa. Y entonces, Motorines lo sentencia alto y claro: «Sin ellas, la «Señora» se queda en casa. Tú verás». Y se apoya en su vieja e histórica horqueta, la única de toda la procesión. Marcha el seise y vuelve al cabo de unos minutos encabezando una curiosa «intraprocesión». Vuelve, en perfecta formación, al mando de una pequeña legión de paponas, suplentes de la Consolación y del Longinos, con el gesto grave de quien sabe la trascendencia del momento, dispuestas a hacer historia. Y se hace. Bajo las varas de la Virgen de la Soledad, ahora sí, 94 braceros y braceras arriman hombro con hombro, aúnan esfuerzo, comparten pasión. A esa hora, la noticia está en la calle, corre de boca en boca entre las filas de «contempladores» de la procesión. «Nunca fue tan bien la «Señora», nunca se pujó tan bien». En reconocimiento, a la recogida, los braceros no toman al asalto, a «machote», las flores que adornan el paso. No. Se las dan a ellas, a «sus» hermanas, en medio de un aplauso cerrado que ahoga el ruido de la lluvia jarreando sobre Santa Nonia. Pero sobre el estruendo del tormentón de primavera se escucha, como un trueno, un clamor: «¡Que las pongan de braceras titulares! ¡Que siempre vengan ellas!». Dicen que el grito unánime de los braceros sorteó palios, varas y pasos hasta llegar a oidos del abad. La «Señora» estuvo en la calle. El próximo año par...