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La cuestión territorial, el eterno debate

«En la Transición no fuimos capaces de dar una solución definitiva a la cuestión territorial, seguramente porque es imposible»

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Juan Vázquez - león
León

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Rodolfo Martín Villa ve en la cuestión territorial el eterno problema político de España, para el que reconoce que es muy probable que no exista ninguna solución real. «Somos, con la excepción de Japón, la Nación más antigua del mundo, pero el problema territorial, y en concreto el reparto territorial del poder, se repite constantemente», recordó el veterano estadista de Santa María del Páramo, al tiempo que recordó que esa cuestión fue la que hizo caer los dos anteriores intentos democratizadores que vivió España: la primera y la segunda República. En su intervención, Martín Villa comparó el actual debate sobre el Estatut catalán con el que se produjo en el Parlamento nacional sobre la misma cuestión en 1932, cuando Manuel Azaña defendía el marco de autogobierno para aquella región como una solución definitiva a esta cuestión y el pensador José Ortega y Gasset, entonces precisamente diputado por León a través del Partido Judicial de Murias de Paredes, le replicó escéptico al presidente republicano: «Con Cataluña hay que conllevarse; ni siquiera convivir». En cuanto a las otras tres grandes cuestiones del paso del Franquismo a la democracia, comenzando por la social, Rodolfo Martín Villa restó méritos al proceso de la Transición, porque según asegura el cambio social ya estaba hecho para entonces en España, un país en el que según dijo «en 1979 todo era ya moderno, salvo su sistema político». Sobre la cuestión religiosa, en un país en el que la Iglesia siempre aparecía como aliada del poder, Martín Villa alabó su papel de colaboración en aquel momento histórico, una actitud que atribuyó a que «la Iglesia había llevado a cabo poco antes su propia transición con el Concilio Vaticano II, que fue el primero en el que dejaron de mirarse el ombligo para mirar hacia la sociedad». En cuanto a los militares, a los que se refirió como un colectivo «cuyo papel en el último siglo excedía con mucho el de su propio oficio, y cuyo prestigio procedía de las desgracias de nuestras guerras civiles, y no de sus hazañas en campañas en el exterior», Martín Villa reconoció que no fueron el problema que pudieron haber constituido para la Transición porque respetaron el proceso y «aceptaron por primera vez que fuera el Gobierno quien mandara en el mundo militar, y no al revés». En cuanto a las comunidades autónomas, Martín Villa recordó que hasta 1980 se planteaba como un derecho, y no una obligación el constituirse como tal, y sólo cuando se vio la necesidad de generalizar el proceso se planteó el constituir la de Castilla y León. El ex ministro reconoció que la ubicación de una provincia tan heterogénea como León constituyó un problema en el que influyó el deseo de crear una región lo más fuerte posible en la Meseta, si bien no cree que esta decisión haya frenado el desarrollo social o económico leonés.

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