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| Análisis | Ante el acuerdo |

Consenso y estabilidad

Publicado por
M. J. Muñiz - león
León

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Al final las mayorías mandan. Con las tensiones y distensiones propias de los procesos negociadores de este calado, en Caja España se impone la única lógica que sería comprensible en este momento: el consenso. Sería difícil de digerir la vuelta a la dentellada política por hacerse con el control de la parte accesible de la entidad, al menos el toma y daca público. Más o menos en privado se han dirimido pulsos, ambiciones y apadrinamientos, hasta llegar a un acuerdo que se anuncia inminente: PP y PSOE defenderán una lista única y respaldarán al mismo candidato a la presidencia. La balanza parece inclinarse hacia el lado del empresario Santos Llamas, sin que se conozcan mayores rechazos a la candidatura del actual presidente que aquellos que producen sus aliados. Precisamente quien le apoya le ha asestado los besos de Judas definitivos. No hay otras anotaciones en el debe de quien hoy ocupa el cargo. Una vez pactados los grandes trazos de la operación, al resto de los invitados en el convite del grupo de los impositores les queda la opción de sumarse al caballo ganador, o hacer la batalla por las migajas por su cuenta. Más tendrían que perder así. Ni el resto de los partidos y formaciones políticas ni las fuerzas sindicales parecen estar dispuestas a protagonizar un pulso que en todo caso sería minoritario; en general, prefieren conformarse con mantener el reparto con el que han llegado hasta aquí. Para los pequeños grupos conseguir representantes en el grupo de los impositores se plantea como una operación de gran desgaste, cuyos resultados no compensan el esfuerzo, al menos en el panorama actual. Si se produce el anuncio definitivo, la hasta ahora siempre polémica renovación de compromisarios por el grupo de los impositores transcurrirá casi como una balsa de aceite. Los otros dos grupos que ahora se renuevan, los empleados, las entidades fundadoras y las de interés general, no plantean opciones a la polémica. De cara al futuro, los próximos procesos electorales municipales servirán si acaso para arañar consejeros generales o representantes en el consejo de administración, pero el objetivo ahora es que no constituyan de nuevo motivo para remover la esencia de los órganos directivos de la caja con sede en León. Se busca un presidente consolidado en el cargo, no sólo para unos meses. La entidad, más allá de la parte operativa, cuyos brillantes resultados reflejan ya los balances, ha entrado en la senda de la estabilidad y no parece dispuesta a abandonarla. La imagen dada bajo la presidencia de Victorino González es la imagen por la que Caja España apuesta para el futuro. La cara del consenso.