Diario de León
Centro: I.E.S. Giner de los Ríos (León)

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Chico, chico ¡Despierta! Así empiezan todos los días de mi vida ¡y me encanta! Me presento: soy Ron Cacique, aunque todos me llana Ron. Estoy de camino a la planta de reciclaje de vidrio. Aquí me convertiré en picadillo, me fundirán a mil grados pero saldré convertido en otra botella de vidrio en mejor estado. Hola de nuevo, soy Ron convertido en otra botella en mejores condiciones. Voy de camino con más botellas a un supermercado. -¡Hola! -me dice una botella- ¿Cómo te llamas? -Me llamo Ron, señor Ron Cacique. -Encantado, yo soy Vino Blanco. Continué hablando con él, era muy simpático, me contó sus experiencias como botellas, vaso, jarra... Me quedé sorprendido cuando oí lo larga que había sido su vida, pensé en lo afortunado que era y le envidiaba. De camino al supermercado hicimos una parada y allí nos dimos cuenta de lo verdaderamente afortunados que éramos. Un señor grande y con bigote llevaba a una de nuestras hermanas en su mano, se la veía joven, con mucha vida por delante, cuando aquel hombre, teniendo al lado un contenedor de reciclado de vidrio, esos iglús verdes que hay por las calles, la arrojó al contenedor de basura inservible, que no se puede reciclar. La oíamos gritar, ella sabía que su fin llegaba, se cerró la tapa y todos nos quedamos en silencio deseando que no nos pasara lo mismo. Cuando llegamos al supermercado todos queríamos estar en primera fila para poder lucirnos. Al principio todo era muy aburrido pero luego entablamos conversación unos con otros y todo empezó a ser más divertido. Al cabo de dos o tres horas un chico muy guapo me agarró por la cintura junto con otras dos botellas más y nos llevó a su casa. De ahí nos llevó a una fiesta en una plaza del Barrio Húmedo. Había un montón de gente, y un puñado de botellas muy graciosas. Éramos unas diez o doce y todo estaba siendo muy divertido Vodka y 43 fueron hechas pedazos. Nosotras lamentamos el incidente, aunque los causantes se rieran y no llevaran la mitad de Vodka a su contenedor para que fuera reciclada y curada. Al final de la noche, un señor muy amable nos recogió y nos llevó a nuestro iglú. Allí continuamos la fiesta, había mucho ambiente. Otras veces, en cambio, no hay más que una o dos botellas muy sosas. La fiesta estuvo muy bien, pero poco a poco todas fuimos cayendo en un profundo sueño debido al cansancio de un gran día. De repente oí una voz que decía: -Chico, chico ¡Despierta! Al oír esa frase supe que me daban otro día para vivir, ¿a ti no te gustaría que te lo dieran?

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