Los técnicos en explosivos analizan las fórmulas de control frente al terrorismo

Nuevos explosivos de baja sensibilidad que resultan imposibles de detonar sin contar con un sofisticado multiplicador, iniciadores electrónicos por ordenador equiparables a los sistemas con los que se arman los misiles o nuevos sistemas de trazabilidad que permiten identificar el origen de un cartucho o un detonador son algunas de las innovaciones que ha desarrollado la industria española del explosivo civil en los dos últimos años, desde los atentados del 11-M en Madrid, para incrementar el control de este material que constituye una herramienta básica para el trabajo diario de unos mil leoneses, sin contar a los militares. Así quedó de manifiesto ayer durante la primera sesión de las jornadas sobre novedades en el sector que reunió en la Escuela de Ingenieros Técnicos de Minas de León a unos 160 profesionales de la minería, la obra civil, la fabricación de explosivos y la seguridad. El principal ponente de esta primera jornada, el responsable técnico de la Unión Española de Explosivos en León (UEE), Salvador González Solís, hizo un repaso a los nuevos productos que ha desarrollado la industria, que se basan en un incremento de la seguridad laboral, al tener menor sensibilidad al roce, el choque o las altas temperaturas, y también en la seguridad ciudadana, con materiales que resultan prácticamente inservibles en caso de robo por precisar un multiplicador en lugar de un sencillo detonador para ser activados. Solís explicó que estos productos de nueva generación resultan de momento caros, dado que se fabrican por pedido, aunque advierte que si tienen una aceptación en el mercado que permita su producción en escala podrán resultar competitivos. Escalada de los precios Y es que este técnico aseguró que el precio de los explosivos se ha disparado un 20% en los dos últimos años, después de diez años de bajada de precios gracias a la modernización de la industria productora, debido al nuevo reglamento sobre el sector que ha surgido en respuesta a los atentados del 11-, y que ha disparado los costes en la vigilancia que deben mantener las empresas que manipulen este material, una circunstancia que a su juicio puede hacer peligrar la competitividad de algunos importantes sectores productivos leoneses, como el de la roca ornamental. «Los primeros interesados en la seguridad somos nosotros, los consumidores y fabricantes de explosivos y las fuerzas de seguridad, pero a pesar de que somos las víctimas de los robos, se nos ha pasado a considerar culpables a priori», señaló Solís, que no obstante reconoció que la situación que debe afrontar el Estado en esta cuestión es realmente compleja. La preocupación de los profesionales ante este nuevo problema quedó patente con la elevada asistencia a estas jornadas que organiza la Federación de Industrias de Alta Energía junto al Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas, la Subdelegación del Gobierno en León y la Unión Española de Explosivos, y que en su última jornada analizará los pormenores de los nuevos reglamentos que se aplican al sector a raíz de los atentados del 11-M. En la jornada también se analizaron los nuevos explosivos destinados a incrementar la seguridad en obras subterráneas, que producen menos humos residuales, lo que permite incrementar la frecuencia de las pegas y su empleo como alternativa a las tuneladoras. «Después de los atentados del 11-M hemos pasado de ser las víctimas de los robos de explosivos a tratarnos casi como los culpables, aunque reconocemos que la situación es realmente compleja» SALVADOR GONZÁLEZ SOLÍS Técnico en explosivos