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León, visto desde la almena

Los castillos y fortalezas leoneses constituyen un referente histórico que se puede seguir a través de la clasificación de nueve rutas que surcan la geografía provincial

El castillo de Valencia de Don Juan, visto el pasado otoño desde la vera del Esla

El castillo de Valencia de Don Juan, visto el pasado otoño desde la vera del Esla

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Enrique Alonso Pérez - león
León

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Con abundantes antecedentes en las fortificaciones romanas, surgen las fortalezas medievales al amparo de la necesidad que se dejaba sentir en la protección de las tierras administradas feudalmente. El derecho de tener un castillo con muralla, torre y foso, era al principio muy limitado y constituía un privilegio que el rey concedía sólo a los más elevados dignatarios del reino, pero a mediados del siglo X los nobles logran la autorización real para fortificar sus viviendas. Como dato curioso aportamos el censo de castillos en la vecina Francia, que en el siglo XIV contaba con unos cuarenta mil a lo largo y ancho de su geografía. En cuanto a España, la necesidad de asegurar la posesión del territorio tan trabajosamente reconquistado a los invasores musulmanes, obligó también a multiplicar el número de castillos hasta el extremo de que apenas hubo pueblo de mediana importancia que no tuviera el suyo. En un principio se construyeron a manera e torre rodeada por una cerca defensiva -que podía ser una simple empalizada- en la cumbre de una colina. Con el tiempo, las cercas fueron convirtiéndose en murallas, los fosos se generalizaron y la torre se ensanchó hasta alcanzar proporciones considerables, sin perder nunca el carácter original. La estructura de lo que pudiéramos llamar castillo-piloto, por lo común de sus principales dependencias, se centra en el interior, que solía estar dividido por gruesos tabiques y formaba habitaciones espaciosas, mientras las escaleras, corredores y accesorios se abrían comúnmente en el espesor de los muros, que solían ser de consideración. Las únicas aberturas de los pisos inferiores consistían en aspilleras o saeteras, los superiores tenían habitualmente ventanas. Un cuerpo de guardia se establecía cerca de la puerta para vigilar la entrada, y una campana servía para hacer las señales de alarma. El pendón, que ondeaba en la torre más alta o del homenaje, daba a conocer quién era el poderoso propietario del castillo. Nuestra provincia, como avanzadilla de la Reconquista, y primer reino consolidado desde los albores asturianos, fue solar propicio para el establecimiento de un gran número de castillos, fortalezas y palacios. La nobleza adscrita a la Corte y a la creciente nómina de linajes esclarecidos, que desde la victoria en los campos de batalla pasaban a engrosar la Corporación de la Hidalguía leonesa, fueron sembrando la geografía provincial de pequeños o grandes alcázares, según el respaldo económico de su dueño, la extensión de la tierra señoreada y el abolengo de su apellido. Podemos distinguir, según el estudio hecho en su día por el ilustre escritor leonés, Domínguez Berrueta, nueve rutas distintas que englosaban el total de 46 castillos leoneses de los que quedan restos, tanto físicos como documentales. Otros muchos tienen que vivir en las brumas de las leyendas o en las lógicas suposiciones de arqueólogos e historiadores. Para mejor orientar a nuestros lectores, aunque el espacio siempre reduce las intenciones del cronista, señalamos las rutas siguientes: 1.- Ruta del Bierzo, con Ponferrada, Molinaseca, Villafranca, Barrios de Salas, Cornatel, Corullón, Balboa... 2.- Ruta de Astorga-La Bañeza, con Palacios de la Valduerna, Castrocalbón, Villanueva de Jamuz, Quintana del Marco, Alija del Infantado, Turienzo de los Caballeros, Valdavida... 3.- Ruta de Valencia de don Juan, con Laguna de Negrillos, Valderas, Valencia, Toral de los Guzmanes, Ardón, Alcuetas... 4.- Ruta de Omaña-Luna, con Santa María de Ordás, el Castillo de Omaña, Vegarienza, Riolago, Caldas de Luna, Los Barrios... 5.- Ruta del Curueño, con los de Alba y Gordón, Aviados, Montuerto, Valdelugueros, Otero de Curueño... 6.- Ruta del Porma, con Vegas del Condado, Puebla de Lillo. 7.- Ruta del Cea, con Grajal de Campos, Almanza, Cea... 8.- Ruta de Riaño, con Renedo de Valdetuéjar, Lois, Boca de Huérgano... 9.- Ruta del Esla, con el recinto amurallado de Mansilla, Villapadierna... El castillo leonés Entre todos los castillos leoneses, que fortificaban los puntos estratégicos en previsión de posibles ataques sarracenos, uno de los más castigados por los infieles fue precisamente el de la ciudad de León, situado en el lienzo norte de la muralla romana en el lugar conocido hoy por «Puerta Castillo». Almanzor y su hijo Abdelemic, lo hicieron blanco de sus irascibles acometidas y lograron vencer la heroica resistencia que protagonizó el valiente Conde Guillén alentado por la reina Velasquita, esposa de Bermudo II. Restauración Parece ser que nuestro castillo, restaurado en tiempos de Alfonso V, y hoy recuperado para fines culturales, se asienta sobre basamentos romanos, hecho que se puede comprobar fácilmente si comparamos la estructura general, y sus materiales, con los restos del primitivo torreón, que luce sus deterioradas piedras areniscas a la izquierda del postigo de don Pelayo, mirando desde el interior de la ciudad. Con esto, y la abundante documentación relacionada de alguna manera con la peripecia histórica de este monumento, se deduce la finalidad defensiva para la que fue construido, y que tras sus sólidos muros se asentaron legaciones augustales de la Roma Imperial, aguerridos germanos de la bárbara invasión y hay quien asegura, guiado por las constantes históricas que ayudan a rellenar lagunas, que el propio general Muza dirigió y diseñó estrategias, desde el improvisado cuartel general instalado en el castillo de León.

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