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| Reportaje | Ruego a Dios y a la ciencia |

Más de 4.000 kilómetros de lucha contra la esclerosis

Un peregrino toledano pasa por León, procedente de Roma y con Santiago y Fátima como próximos destinos, para reclamar más investigación y apoyo a los enfermos de esclerosis múltiple

José María, con su mochila en su marcha Roma-Santiago-Fátima

Publicado por
Juan Vázquez - león
León

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«Hace cinco años me fui a Santiago en una promesa porque mi mujer tenía un cáncer, y se curó, pero la alegría dura poco en la casa del pobre, y a los cuatro meses a mi hija le diagnosticaron una esclerosis múltiple», comenta José María Arroyo, un jubilado de Iberdrola de 61 años, que estos días cruza León de nuevo en su ruta hacia la tumba del apóstol, sólo que esta vez no se quedará ahí, sino que seguirá primero hasta Fátima y después de regreso a su Talavera de la Reina natal, más de 4.000 kilómetros con una promesa para el cielo y una reivindicación para los hombres que se puede ver en su mochila: «Esclerosis múltiple. Más investigación». José María, un hombre de fe, lleva acumuladas cuatro peregrinaciones a Santiago, dos a Fátima y una a Lourdes, y elogia lo bien conservado que está el Camino de Santiago a su paso por León y el buen trato que recibe: «En Francia y en Italia es duro, porque cuando te acercas a alguien con esta pinta, desconfían; aquí es distinto, seguramente que porque la gente está más acostumbrada a los peregrinos», dice. En una marcha tan larga también ha sentido el poder del Camino: «Se me cayó el sombrero en la carretera y le pasaron cuatro coches por encima; cuando lo recogí estaba intacto, pero le faltaba un pin de la Virgen. Mientras lo buscaba, sonó el móvil y era mi hija María Belén, que me dijo que le habían quitado las muletas y que el médico le había dicho que la iba a hacer caminar y bailar. Le conté lo que me acababa de pasar y me dijo que no buscara más a la Virgen, que se había ido a hacer el milagro», comenta. Pero José María, pese a su fe, prefiere rogar a la ciencia antes que al cielo: «Que los médicos pongan más empeño, porque si lo hacen pueden mejorar mucho la calidad de vida de estas personas; mi hija es la prueba», concluye.

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