| Reportaje | Contar lo leonés |
León mete en su historia a quien luchó por no perderla
La ciudad homenajea de forma póstuma en un acto entrañable a la figura de Luis Pastrana, cronista oficial, en coincidencia con la festividad de San Juan
La grandilocuencia de un programa plagado de actividades durante cerca de diez días escondió el homenaje de León al que fuera cronista oficial de la ciudad. Luis Pastrana recibió a título póstumo el abrazo íntimo de los leoneses, en un acto marcado por el carácter entrañable del recuerdo del personaje central. No hubo fanfarrias, pero sí el perfecto protocolo institucional, con los maceros alrededor del altar, las autoridades y el barniz leonés que tanto pulió para conseguir que las tradiciones dejaran de ser rancias y pasaran a ser ricas y nutrientes. De ese germen dejó constancia en su discurso de alabanza la historiadora Margarita Merino, adalid de lo que en tiempos pasados también fue Pastrana. La erudita rememoró sus experiencias con el cronista oficial de la ciudad y aprovechó como punto de partida el lugar del homenaje, la calle Ancha, donde recordó que se encontraban. Allí, en el altar situado en la puerta de la capilla del Cristo de la Victoria, redoblaron las cabezas de los presentes para mostrar su respeto a Luis Pastrana, quien no había recibido todavía el homenaje oficial por su paso a la historia de la ciudad gracias a tener que contarla, a ser testigo y fedatario de lo ocurrido en el lugar que otro tiempo fue reino y corte. «Su legado fundamental es su familia», recitó el alcalde, Mario Amilivia, quien abundó en los elogios a la figura del cronista, que estuvo representado por su mujer, Carmen Fidalgo, y sus dos hijos, quienes recibieron en un cuadro el aplauso de la ciudad.