El rugido del león en Kosovo

Los militares que han viajado a distintas misiones humanitarias en el extranjero no dudan en afirmar que la vuelta a casa es una mezcla de alegría y de tristeza, tristeza por todo lo que se deja. Por eso, nunca faltan contingentes españoles en los diferentes países en los que hay conflictos, y ellos mismos aseguran que los extranjeros les suelen acoger muy bien, tal vez sea por el carácter extrovertido y abierto de los íberos. Ayer a las 09.20 horas de la mañana salía desde la base de Zaragoza, la segunda de las tres expediciones que traslada a Bosnia el grueso de los militares que integran la Agrupación Logística Expedicionaria CS-31. Esta misión está integrada por 60 militares, entre los que se encuentran 12 mujeres y un leonés, el sargento Celada, aunque actualmente destinado en Burgos. De esta capital es de donde son la mayor parte de los soldados aunque también hay de Valladolid, Palencia, Zamora y Segovia, todos ellos bajo el mando del comandante Francisco de Asís Ramírez, jefe de la CS-31. El viaje fue tranquilo, aunque los nervios debieron salir a relucir, entre algunos de ellos. Miedo y felicidad eran los sentimientos encontrados que imperaban en el avión comercial Boeing 767, sobre todo entre los que como el leonés era la primera vez que hacían un viaje de este tipo. En torno al mediodía, aterrizaron en Dubrovnik, Croacia. Pero ese no era su destino final, pues desde el mismo aeropuerto un autobús los trasladó hasta su base en el aeropuerto de Mostar, en donde relevarán a los logistas de la Agrupación CS-30 de Granada. Pero no se encontrarán solos allí, puesto que el martes otro avión trasladó a Bosnia al primer núcleo de esta agrupación, formado por 10 militares. Todos los soldados que acuden a este tipo de misiones, destacan el compañerismo que surge entre todos los militares. Así se ve en esta misión donde van a apoyar a las fuerzas militares españolas que velan por la vuelta a la normalidad de este país y el progresivo crecimiento económico.