Diario de León

| Reportaje | Con ambiente futbolero |

Entre pulpo anda el juego

El hostelero berciano Nino Cubelos será el encargado de pronunciar hoy el pregón con un recorrido por la tradición gastronómica

Publicado por
A. G. Puente - redacción
León

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Fue la abuela Pepa quien fundó el negocio familiar en 1880. Tres generaciones han estado al frente de Casa Cubelos durante 126 años, aunque en la primavera que viene Nino -en solitario dirigiendo restaurante desde que hace ocho años se jubiló su hermano Pepe- cerrará las puertas definitivamente. No hay relevo generacional. En la entrada al casco antiguo de Ponferrada, al lado del puente sobre el Sil que ha asimilado el nombre de la saga hostelera familiar, Casa Cubelos será derribada para construir nuevas viviendas. Será el fin. Nino no puede ocultar una descorazonadora sensación cuando se refiere a ese momento. «Mis hijas y mis sobrinos han estudiado sus carreras y quieren desarrollar su profesión. La hostelería es muy sacrificada». Tras una carrera de futbolista que le llevó desde los Juveniles del Real Madrid, hasta el Burgos el Numancia y la Ponferradina, Nino recaló de nuevo en el negocio familiar cuando tenía 28 años ya para quedarse. Recuerda que de niño -es el pequeño de ocho hermanos- ayudaba en casa mientras estudiaba y jugaba entre fogones. El fútbol, su otra gran pasión, preside también el espíritu de Casa Cubelos, donde cada fin de semana las pizarras dan cuenta con tiza de los resultados de distintas ligas. En sus comedores, numerosos equipos acuden a lo largo del año a comer o cenar. Entrenó a la Ponferradina y ahora no puede ocultar su orgullo de que su equipo del alma haya alcanzado la Segunda División. El pulpo, el rey de Casa Cubelos, es la estrella de la carta en sus diversas variedades. Otros platos de la gastronomía berciana identifican también este restaurante. Hoy hablará de su saga familiar, de platos, caldos y fútbol. «En discusiones de fútbol no te acalores, quien se lleva los cuartos son los jugadores y los sinsabores los entrenadores». Así reza uno de los carteles que cuelgan de sus paredes.

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