Un «arreglador» vocacional
Los cerca de 2.500 gitanos de León pierden a su patriarca, el Tío Caquicho, que durante casi sesenta años fue su guía y autoridad; su labor contribuyó a impulsar la integración
Ya a los 13 intercedía en su barrio de toda la vida -las Ventas- para solucionar problemas entre familias de su etnia. Con los años su prestigio como «arreglador» creció y prácticamente a los 20 se convirtió en el patriarca de los gitanos de León. José García Borja (Navatejera, 1927), conocido por todos como el Tío Caquicho, falleció ayer en el hospital San Juan de Dios a los 79 años, después de casi tres décadas sobreviviendo al menos a cinco operaciones a vida o muerte en una lucha contra diversos tumores. «Fue un superviviente de los grandes», relataba uno de sus amigos en la capilla ardiente -en la sede de la Fundación Secretariado Gitano, ubicada en la calle Cardenal Cisneros (zona Crucero)-, donde el féretro permanecerá hasta hoy. Desde allí partirá hacia la iglesia de San José de las Ventas para recibir el último adiós, a las 11.00 horas, en un responso que estará presidido por el obispo de León, Julián López. La bandera del pueblo gitano preside -con sus tonalidades azul y verde- el féretro, al que también acompaña la imagen del primer santo de la etnia, Ceferino Jiménez Malla. A su lado, inconsolable, la viuda del Tío Caquicho, la Tía Elvira. Con ella tuvo y crió a 16 hijos de los que viven 13. Juntos también disfrutaron de su más de 60 nietos, una treintena de biznietos y los primeros tataranietos. Los cerca de 2.500 gitanos de la provincia pierden no sólo a su «arreglador», sino a su guía y al principio de autoridad que todos seguían sin cuestionar sus decisiones. Con él llegaron hace ya muchos años los primeros pasos para la integración de los gitanos, la lucha por la escolarización de todos los niños de la etnia y su particular pugna por erradicar la droga entre sus jóvenes. Últimamente estaba especialmente empeñado en conseguir un papel más activo de la mujer gitana y su inserción laboral y social. Además, intervino en innumerables polémicas familiares, no sólo por problemas entre clanes, sino -incluso- en asuntos matrimoniales para evitar separaciones y en escaramuzas de presos en la cárcel. Consejo Gitano de Ancianos El Tío Gira, presidente de la Asociación Hogar de la Esperanza, destacaba ayer que era «un hombre vocacional que amaba a su pueblo» y recordaba que formaba parte del Consejo Gitano de Ancianos de España y de la comisión de seguimiento de asuntos gitanos de la ciudad. «Su labor de integración comenzó en las Ventas con su trabajo para conseguir una convivencia pacífica entre payos y gitanos». Diana, una de sus nietas, explicó con ternura de donde le venía a su abuelo el nombre de Tío Caquicho: «De mozo le llamaban jicho y de ahí llegó su apodo».