Siete muertos y una duda
El convoy siniestrado circulaba a 120 kilómetros por hora en una zona de velocidad limitada a 30, pero siguen en el aire las causas por las que el habitual protocolo de seguridad no resultó efectivo
Sostiene la versión oficial de los hechos que a las 15.52 horas del lunes 21 de agosto, el tren La Coruña-Hendaya, que había realizado paradas por la mañana en Santiago de Compostela y Vigo, entró en la estación de Villada (Palencia) a 120 kilómetros por hora, ignorando supuestamente las señales que exigen reducir a 30 kilómetros por hora la marcha a esa altura de la vía, a consecuencia de lo cual, el segundo y el tercer vagón del convoy se estrellaron contra el poste del puente que antecedía a la estación. El tren descarriló y dejó un macabro saldo de siete muertos y medio centenar de heridos. Pero a la hora de tomar declaración al maquinista que encabezaba el convoy, todo se volvieron dudas. «A mí nadie me notificó que yo tenía que reducir la velocidad en ese punto y desde luego, mucho menos que se fuera a realizar una maniobra de cambio de agujas en la estación. Haré frente a lo que venga, y daré la cara, pero sé que no fue culpa mía» manifestó el inculpado inicial, un funcionario de la compañía que reside en un populoso y conocido barrio de León. El conductor atesoraba una notable experiencia en este tipo de trayectos, había cubierto en infinidad de oportunidades el tramo, y ante la Policía Judicial de la Guardia Civil de León así como en el siguiente atestado, sostuvo y mantuvo que no recibió notificación alguna del trámite mecánico que se iba a realizar en la estación palentina, poco después de someterse a la última parada leonesa en Sahagún. Posibles irregularidades ¿Más dudas? Fuentes de la rama ferroviaria del sindicato CGT entienden que el análisis de la «caja negra» se llevó a cabo en condiciones un tanto particulares. Sostienen que, además de no estar presente un representante sindical en el proceso, para verificarlo, el ordenador portátil preparado para extraer los datos en estos casos, se averió, y obligó a extraer la totalidad del aparato para trasladarlo a Madrid y realizar allí el proceso. Desde la patronal ferroviaria, no se ha respondido a estas insinuaciones. Sí hubo respuesta para la hipótesis que sostuvieron durante algún tiempo estas mismas fuentes: «Habían estado realizando trabajos de reparación de los sistemas de frenado pocos días antes». En un comunicado público, Adif aclaró que las tareas de revisión que ciertamente se habían acometido en los días anteriores, no habían afectado a la línea ni a ese tramo de la vía en absoluto. La investigación sigue abierta, a la espera de nuevas pruebas que permitan esclarecer lo ocurrido.