La medida se adoptó después de que la Universidad solicitara una ubicación para estas fiestas
El consistorio autorizó el botellón para «tener controlada a la gente»
Valencia avanza que el Ayuntamiento «va a analizar el tema para intentar buscar una alternativa»
El control fue la argumentación que el Ayuntamiento de la capital leonesa esgrimió ayer para justificar la autorización dada a los organizadores del botellón universitario que se celebró el pasado jueves, en las cercanías de los dos centros escolares de La Palomera, en el que participaron varios miles de jóvenes, desde por la mañana hasta primeras horas de la madrugada. Un desbarre etílico que tomó asiento en la atalaya aneja al centro de salud del barrio, dentro de una carpa, gracias a la elección efectuada por la Concejalía de Policía y Tráfico, que dirige Ángel Valencia, en consenso con el intendente jefe del cuerpo de seguridad municipal, que consideró que el lugar «era la mejor opción para poder cumplir con la petición efectuada por la vicerrectora de la Universidad», quien solicitó hace meses «que se habilitase un zona específica para que no quedase el campus en el estado de otros años». Valencia mantiene que «la idea que se perseguía era la de poder tener controlados dentro de un espacio físico a los jóvenes que se concentran en estos actos», en vez de que «se desperdiguen sin ningún tipo de criterio»», debido a que se tiene el convencimiento de que «si no se autoriza lo van a celebrar de todas formas y sin que sea posible mantener una vigilancia eficaz». El edil responsable de la Concejalía de Policía asegura que «se llegó a un acuerdo con los organizadores en el que garantizaron que iba a haber limpieza y no se producirían escándalos», además de que se aprovechó para que quedaran sentadas «las líneas básicas de comportamiento». «Se les explicó que no podrían participar los menores y que si se les encontraba dentro se les llevaría a su casa o, en caso de que se encontrasen borrachos, se les trasladaría al hospital y se mandaría aviso a sus padres», describe Valencia, quien apunta que «también se les dijo que «se desarrollarían controles exhaustivos de alcoholemia para garantizar que quienes bebiesen no pudieran coger sus vehículos o serían duramente multados». Según los informes policiales, «no se produjo ningún incidente ni problema», se controló que «no hubiera peleas ni venta de alcohol desde los coches» y los estudiantes «no invadieron zonas distintas a las asignadas». Pese a esta evaluación, el problema que se plantea ahora el Ayuntamiento pasa por encontrar un espacio en el que «nadie se sienta molestado», porque «en todos los sitios va a aparecer gente que se oponga». «Estamos para ayudar, no para ir en contra de los ciudadanos», mantiene el edil responsable del área de Policía, quien reconoce que «quizá haya sido un error elegir la cercanía de los centros educativos» y avanza que la administración municipal «va a analizar el tema para intentar buscar una alternativa».