Enseñas que marcan siglos de identidad

Los pendones suponen uno de los elementos más identificados con la cultura y la historia de la provincia desde hace siglos. Tienen su origen en el Medievo como núcleo de agrupación de gentes y concejos de pueblos en las luchas de la Reconquista y la propia defensa del Reino de León. También la leyenda asegura que estas enseñas rememoran antiguos «mayos celtas»: totems con motivos vegetales que este pueblo mantiene en la actualidad ligados a celebraciones religiosas y festivas. Aunque su origen nació ligado a un fin civil y militar, con el paso de los siglos los pendones de León comenzaron a integrarse como parte esencial de procesiones y manifestaciones religiosas. Expresiones populares como «Las campanas y el pendón, del pueblo son» reflejan el grado de comunión de estos estandartes con sus comunidades. Los pendones cuentan con una vara o mástil que llega a medir entre siete y trece metros. Su tela, generalmente adamascada, tiene franjas de color en número impar. Las tonalidades más habituales suelen ser el rojo (color real leonés) y el verde (identificado con las victorias sobre el Islam), seguidos por el blanco y el azul, más ligados a devociones marianas. El conjunto completo mantiene un peso que oscila entre los 15 y los 35 kilogramos. Los remos, cordones que se fijan a lo más alto de la vara, son esenciales para el desplazamiento de estas enseñas, que manejan uno o dos remeros. Fuerza y pericia resultan fundamentales a la hora de mover estos estandartes. De acuerdo a las estimaciones, existen cerca de 300 pendones en León.