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Guerra por las listas

De tanto desacuerdo, ni siquiera hubo votaciones. La confirmación de que hay contactos con otros partidos disparó la tensión entre los jóvenes, que no se conformarán con las migas

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León

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Anda revuelto el patio en las filas de la UPL. Una vez confirmado Javier Chamorro como candidato oficial a la Alcaldía de León, los frentes se abren en guerras veladas para cubrir los puestos «aprovechables» de la lista por la capital. La primera batalla frontal la acallaron entre todos sin vencedores ni vencidos en la reunión del comité ejecutivo que celebraron el martes por la noche. Joaquín Otero hizo mutis a las voces que exigían representación en las listas de los jóvenes del partido. Los del Conceyu no van a tragar esta vez con el anonimato y la palmadita en la espalda. Suya es la labor primordial para sacar adelante la campaña, para pegar los carteles y para patearse los barrios. Abel Pardo quiere ir de número dos, lo ha proclamado en todos los foros, porque ni el tres ni el cuatro garantizan, visto el panorama, un sillón en la corporación municipal. Y Abel Pardo tiene tras de sí a mucha gente que de dar la espantada puede dejar al partido en pañales, sin infraestructura y sin militantes fieles. Dicen incluso que el líder de la cantera está mirando hacia la izquierda para dar el campanazo si no cuentan con su gente. Y más cuando, entre pleno y pleno, el procurador tienta aquí y allá a figuras ajenas al partido para dar «glamour» a las listas. Una táctica que, aunque miran para otro lado, también revienta, como no podía ser de otra manera, a los que llevan toda la legislatura tirando del carro municipal y que se pueden quedar en los puestos de cola. De momento, parece que no hay un sí claro de un fichaje de alcurnia porque lo que piden es ir de uno o ninguno. Si la guerra por las listas es un mal endémico en todos los partidos, más en éste que tiene un futuro tan incierto y un liderato «digital» de oidos sordos y real decreto. Dice Otero que Chamorro decidirá los nombres de quienes le acompañen en la aventura electoral, eso sí luego «ratificado por el comité ejecutivo». Vamos a creérnoslo, venga, pero como lo ratifiquen como el martes, donde tanta bronca hubo que no dejó sitio a las votaciones, van aviados. Lógico es que, tras medio año sin debate en el seno del partido, la reunión fuera, más que nada, un polvorín. Y encima Otero confirmando en el comité lo que tanto tiempo llevaba negando. Que ha habido contactos con el PB y el Mass, por si fuéramos pocos para pegarnos por un hueco en las listas.