Diario de León

Y sus pies dijeron ¡basta!

El «trotamundos» Miguel Torres permanece ingresado en León por agotamiento tras andar miles de kilómetros por una promesa

Miguel Torres, ayer, en su cama del hospital San Juan de Dios

Miguel Torres, ayer, en su cama del hospital San Juan de Dios

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S.C. Anuncibay - león
León

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La historia de su vida está marcada por la superación y por la supervivencia. Superación porque ha recorrido más de 200.000 kilómetros a pie. Y supervivencia porque consiguió sobreponerse a un accidente que casi le deja inválido; de hecho los médicos no contemplaban la posibilidad de que volviera a andar. El viaje de Miguel Torres Bedeta, jienense de nacimiento y barcelonés de adopción, comienza en agosto de 1986 cuando una desgraciada caída de un andamio y desde una altura de ocho pisos le ocasionó una fractura múltiple de cráneo y columna, además de la rotura de varias costillas y de una mano. Un accidente que le mantuvo postrado en cama durante un mes; tiempo que le sirvió para reflexionar y para prometer «a Dios» que si volvía a caminar daría cinco vueltas a Europa y a Asia. Dicho y hecho. Este trotamundos se levantó de la cama y recuperó la movilidad de sus piernas; después inició su particular peregrinaje y dio cinco vueltas a Portugal, cinco a Francia, cinco a Italia, cinco a España, y recorrió varias veces Asia. La última parada de ese tren de la vida finiquitaba el compromiso en Santiago de Compostela, pero el agotamiento le tenía reservado una última sorpresa que le llevaría de nuevo a la cama de un hospital, pero esta vez en el centro San Juan de Dios, en León. «Tengo mucha ilusión por acabar el Camino de Santiago, pero lo médicos dicen que tendré que estar aquí varios días», comenta el «Forrest Gump» español, como así ha sido bautizado en diversos foros. De Sant Cugat del Vallés, desde donde salió hasta Santiago de Compostela, más de doscientos mil kilómetros avalan a este hombre que ya tiene un rincón reservado en el libro Guiness de los records. Los médicos le devolvieron un día la esperanza y el quiso agradecerlo regalando a la sociedad un ejemplo de fuerza de voluntad con el que demuestra que nada es imposible, más allá de la trabas de uno mismo. Una parada circunstancial no será óbice para que el largo camino tenga el final deseado. Mientras, un descanso en la capital leonesa para recuperar la fuerza necesaria con la que colmar ese compromiso tácito, adquirido con las alturas y cumplido después de veinte años de sufrimiento.

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