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León

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En el momento del siniestro, el convoy que cubría la línea La Coruña-Vigo-Bilbao-Hendaya circulaba, supuestamente, a 125 kilómetros por hora, cuando la velocidad establecida para ese tramo era de 30 kilómetros por hora, según el contenido contenido de la Central de Registro-Hasler (más conocida como caja negra). La causa directa del accidente está, pues, clara: como resultado del exceso de velocidad se produjo el descarrilamiento de los dos primeros vagones del convoy y su posterior choque. La cuestión que se intenta dilucidar a través de la investigación judicial es si el maquinista recibió correctamente el protocolo de actuación regulado desde la estación de León o si, por el contrario, las comunicaciones con la central no llegaron de forma adecuada. La versión que el maquinista ha ofrecido en su declaración ante el juez el pasado mes de noviembre, y que ha defendido desde el día siguiente del accidente, es que él actuó siguiendo las órdenes recibidas desde la estación de León. La cuestión está en averiguarsi el aviso del cambio de agujas llegó a su destino, no fue enviado desde el Centro de Control de León o pudo ser ignorado por el maquinista del tren accidentado, supuestos que se están investigando en las diligencias judiciales. De hecho, un informe de la Guardia Civil revela que el conductor del tren sí realizó el reconocimiento del aviso del cambio de agujas, aunque posteriormente no redujo la marcha. Tanto el maquinista del tren como el jefe de la estación de León han sido llamados a declarar como imputados en la causa investigada por el Juzgado número 3 de Palencia ya que las versiones de ambos son contradictorias. Lo único claro es que desde pocas horas después del accidente, el fallo técnico está prácticamente descartado.

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