Un fraude que se esconde en la marisma virtual

Las nuevas tecnologías aparejan cambios sociales que perfilan un nuevo sistema de vida en torno a Internet. La red de redes ofrece un mundo virtual en el que todo es posible. Un Universo al alcance de la mano -o del ratón- que permite viajar por lo desconocido y al que todavía le queda mucho camino por recorrer para que este viaje sea seguro. Una senda que ya encuentra acompañantes. Aquellos que ven un filón en el vacío legal que encierra esta tecnología. Los que observan la ley y hacen la trampa. Así aparece un nuevo fenómeno, el «phishing», que no es otra cosa que una fórmula de correo electrónico que facilita el robo de los números de las tarjetas de crédito, contraseñas e información de cuentas. En esta modalidad de fraude, el «caco» envía millones de mensajes falsos que parecen provenir de sitios seguros. Emular la página de un banco, con el que trabaja el timado, es la fórmula más extendida. Así consiguen que la persona que recibe el correo se confíe e introduzca el número secreto de su cuenta. La gente normalmente responde a estas solicitudes y facilita la labor de los malintencionados. Además, para dotar de realidad a la demanda virtual, suelen incluir un vínculo falso que parece dirigir a un sitio legítimo. Evitarlo es la única manera de mantener tu dinero en cartera. Si consiguen su propósito es prácticamente imposible recuperar lo perdido. El consejo capital: Nunca responda a solicitudes de información personal a través del ordenador y si lo que se quiere es visitar la página de una entidad financiera, aconsejan introducir la dirección directamente. Finalmente, los enlaces no son buenos aliados de estas operaciones. Tu dinero, a merced de un «click».