Diario de León

La práctica trashumante mueve al año 50.000 reses en los pastos de la provincia leonesa

Los ganaderos exigen normas que permitan mantener la trashumancia

Los trashumantes reclaman coordinación burocrática entre las administraciones

Un rebaño trashumante de vacas, en un pastizal de la provincia de León

Un rebaño trashumante de vacas, en un pastizal de la provincia de León

Publicado por
L. Urdiales - redacción
León

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Los ganaderos que mantienen la trashumancia como sistema de pastoreo para sus reses temen por el futuro de esta práctica ante las normativas de control de movimiento a las que tienen que someterse. León, que cuenta con más de un millar de productores de ganado bovino u ovino en explotaciones cuyos márgenes de rentabilidad dependen exclusivamente del traslado de los rebaños a pastos de invierno y verano, ha experimentado en los últimos años un repunte de esta actividad trashumante, (también dentro de los movimientos interiores que domina las trasterminancia), aunque los requisitos burocráticos se presentan ahora como un problema a solventar. Se estima que alrededor de 50.000 cabezas de ganado -ovino y bovino- se someten cada año en León a este manejo. Los ganaderos que se involucran cada primavera y cada otoño en el traslado de las reses solicitan a las administraciones con competencia en los territorios de destino y procedencia más coordinación a la hora de decidir los trámites administrativos que deben superar antes de emprender los movimientos pecuarios. «El peso del papeleo que debemos acometer incide ya en la decisión de seguir con esta forma de cuidado del ganado y mucha gente decide abandonar porque al final no compensa», denuncian los afectados, que entienden que «ante las diferencias de las administraciones en la gestión de la trashumancia, el principal perjudicado es el ganadero que siempre acaba pagando más tasas, más controles y más presión burocrática», advierten. En la misma lista de reivindicaciones exigen a la administración un planteamiento de apoyo para este sistema de pastoreo en el que se reconozca de forma explícita la tarea mediombiental que se produce en el ejercicio trashumante. «Ya es hora de que se den cuenta de que esta es la única práctica de pastoreo acorde con el desarrollo sostenible; dependemos exclusivamente de la lluvia y el sol para alimentar el ganado. Con lo que eso significa para sostener los diferentes ecosistemas en los que intervienen los rebaños». Los ganaderos trashumantes solicitan normativas homogéneas entre los territorios en los que se aplica esta forma de pastoreo, además de presentar como solución una normativa en la que se reflejen todos los derechos que asisten al propietario de las explotaciones ganaderas a mantener la práctica de la trashumancia. La complicidad de los responsables de agricultura de las administraciones autonómicas, central y de los organismos europeos en favor de la excepcionalidad trashumante - limitada sólo a unas zonas de este país- resultará determinante para que la propuesta de los ganaderos tenga un éxito inmediato. Las últimas trabas burocráticas planteadas chocan directamente con los beneficios que la práctica trashumante aporta al entorno en el que se desarrolla. Los defensores del sistema subrayan que, además de un sistema de vida secular, es un elemento esencial para fijar población en el medio rural, referencia actual en las políticas de apoyo al campo.

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