Aviación Civil concluye que la pendiente y la fatiga laboral del piloto contribuyeron al siniestro
El piloto del Bell 212 estrellado en Mirantes llevaba 17 días trabajando durante 15 horas
La aeronave acercaba a los brigadistas a un incendio forestal y se accidentó al aterrizar, sin causar víctimas
Aviación Civil asegura que el piloto del helicóptero siniestrado en Mirantes de Luna el pasado verano durante la extinción de un incendio forestal llevaba trabajando 17 días seguidos con un horario laboral de 15 horas diarias. Éste es uno de los hechos probados por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes en su informe sobre el siniestro ocurrido el pasado 17 de julio, en el que concluye que la «fatiga acumulada o estrés laboral» del piloto y la falta de apoyo de los brigadistas durante la maniobra de aterrizaje pudieron contribuir a que la aeronave volcara en una pendiente excesivamente pronunciada. Según la investigación, en el momento del accidente el piloto finalizaba su decimoséptimo día de trabajo tras un periodo anterior de 22 días seguidos de pilotaje, con sólo una semana de descanso entre ambas fechas. Sumados los tiempos de presencia física y disponibilidad fuera de la base, durante su jornada de trabajo estaba a disposición del operador más de medio día. El helicóptero, un Bell 212 que dataría de la guerra de Vietnam, acercaba a nueve brigadistas forestales desde la base de Camposagrado cuando se estrelló en un alto de Mirantes, sin provocar daños de consideración entre los tripulantes. La inexistencia de formación impidió que los forestales pudiesen ayudar al piloto a ejecutar la maniobra de aterrizaje, pese a tener más visibilidad que él. Evacuación problemática Una vez que la aeronave entró en contacto con el terreno se inclinó hacia la derecha. El piloto intentó estabilizarla, pero de forma inmediata volcó y las palas del rotor principal se golpearon contra el suelo. El helicóptero quedó tumbado e inmediatamente después se inició la evacuación de la tripulación. Tres de los brigadistas ya se habían liberado del cinturón antes del accidente, por lo que tuvieron serios problemas para salir del interior. Cinco desembarcaron por la salida de emergencia, cuatro por la ventana del techo y el piloto tuvo que romper el cristal de la cabina de mando para salir. El siniestro reavivó las denuncias de los brigadistas en relación al estado de las aeronaves restricted contratadas por la Junta de Castilla y León para la lucha contraincendios, con certificado de aeronavegabilidad restringido.