La clase empieza en casa

Muchas son las teorías que proliferan como una panacea para acabar con la violencia dentro de las aulas. Muchos son los expertos que afirman que estas conductas agresivas no se daban antes, al menos con esta frecuencia. Las autoridades educativas llevan tiempo buscando una fórmula mágica con la que erradicar del ámbito escolar los comportamientos agresivos. Pero por el momento las cosas siguen igual, sino peor. Este problema ya no se aborda desde una sola disciplina y ya hay quien intenta aportar algo de luz desde una perspectiva multidisciplinar. Algunos profesores empiezan a mostrar síntomas de cansancio y su vocación comienza a derretirse según se acaloran los conflictos entre los alumnos a los que están obligados a educar. Ahora hablan sin tapujos. Los sindicatos, y muchos docentes, han afirmado en reiteradas ocasiones que la autoridad comienza en casa y que las familias son, en parte, culpables de que sus hijos no aprueben las reglas básicas que articulan un respeto hacia quien, de forma voluntaria, quiere instrumentalizar el saber. Los datos que arroja el informe anual (2005-2006) del Observatorio de la Convivencia llevan a pensar que la situación no es tan alarmante como algunos dicen. «Sólo la mitad de los centros refleja algún tipo de incidencia y sólo un 1,6% de los alumnos genera conflictos trimestalmente». Además, en este documento se recoge, también, que de las 3.046 incidencias, un 92% fueron leves. Por lo tanto, el panorama no es ni mucho menos desolador. Lo que de verdad preocupa es otra conclusión que subyace de este documento: las incidencias frente a la autoridad del profesor representan un 67% del total. Una situación que da la razón a los profesionales de la enseñanza y que indica una pérdida de valores entre la juventud actual. La solución a este problema comienza en casa.