Cándido Alonso recibe la madreña de oro en otro hermanamiento con Asturias
Asturianos y leoneses unidos por las madreñas, ni más ni menos que de oro, como símbolo de lo que es más una realidad territorial que lo que pudo ser y no fue. Es decir, el pasado viernes en Madrid, en las sedes de la Casa de León y del Centro Asturiano, no hubo lugar a sentimentalismos, ni siquiera burocráticos. Porque en celebraciones como ésta lo que queda claro es que el futuro es asturleonés. Y el hermanamiento pasa por la cercanía, la gastronomía, la relación fronteriza que une. Complementarios Asturias y León confirmaron que son complementarios. Si unos vienen a secarse y desde León se va a la playa de Gijón, por ejemplo, hay algo más que une además del paisaje: es el paisanaje que, año a año, en esta reunión con sede en Madrid, entrega las Madreñas de Oro. Y ya van tres lustros. Se habló, se homenajeó, se cenó y se cantó. La cita fue, de ida y vuelta. Primero, en el local de la calle Pez en donde se centraliza la actividad de los leoneses en la capital. Allí, en un sencillo acto de hermanamiento, con discursos sencillos y afables como aperitivo, se presentó el acontecimiento, a los galardonados de este año y se calentaron motores para la cena posterior en el Centro Asturiano. Máxima demostración La máxima demostración de esta relación asturleonesa instaurada en Madrid es que el fenómeno no para. Hay relevo y ganas. Pedro Argüelles, leonés ilustre con apellidos asturianos de pura cepa, será un buen paradigma y ejercerá de maestro de ceremonias del acontecimiento. Cándido Alonso, presidente del Consejo Superior de la Casa de León ya lo hizo y este año recibió, junto al asturiano Eduardo González, la doble Madreña de Oro. Rafael Álvarez, presidente de la Casa de León, impulsa con cariño este encuentro y le tocó ir de una sede a otra para que todo estuviera en orden. Y Pedro Argüelles lo definió como nadie: «Esto es auténtica sociología asturleonesa». Y eso quiere decir mucho.