Diario de León

| Reportaje | A Santiago con Dalmacio |

El Camino por montera

Lorenzo Fernández es el peregrino torero que desde el sábado recorre las tierras de León en compañía de su pony blanco para llegar al Monte do Gozo y convertirse en torero

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G. Cortina - león
León

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Lorenzo lo tenía claro desde hace años, pero nunca encontraba el momento. El tiempo se le echaba encima y, por fin, cerca de los sesenta, Lorenzo Fernández se puso el traje de luces y se lanzó al Camino de Santiago acompañado de su pony Dalmacio. Todo por un sueño: verse algún día en una plaza toreando. Para el zamorano de Toro no existen barreras que impidan cumplir su sueño y, por ello, decidió hacer el Camino vestido de torero y en compañía de su pony blanco Dalmacio. Desde pequeño su ilusión ha sido ser torero y necesitaba «sacarse esa espinita»; pensó que quizá convertirse en un extravagante peregrino, llamaría la atención de los lugareños y de los medios de comunicación que se encontraría a su paso y así, algún día, alguien le ofreciese la oportunidad de vestirse de luces en una plaza y enfrentarse a un toro bravo. Lorenzo ha aprovechado un parón laboral en su profesión, como instalador de parqués, para llevar a cabo esa promesa de ir a Santiago; además, aprovechó la temporada de romerías para que fuese más fácil conseguir esa oportunidad tan deseada. La ambición de Lorenzo no le lleva a plazas reconocidas: «Yo no quiero ir a Las Ventas, sólo quiero torear, me da igual dónde». Para él, la aventura comenzó el sábado pasado en Carrión de los Condes. Con Dalmacio, dos trajes de torero que va alternando, y un amigo que le sigue en coche, provisto de agua y cebada para su particular compañero de viaje, inició el Camino. Su peregrinación le trajo ayer hasta León y hoy partirá desde La Virgen del Camino hasta Hospital de Órbigo. Lorenzo prevé divisar el Monte do Gozo a mediados de este mes, aunque augura que el camino no será fácil una vez adentrados en tierras gallegas, piensa que las cuestas le dificulten la travesía a Dalmacio. Hay que esperar que sus siete horas diarias durante tres semanas permitan a Lorenzo Fernández alcanzar su sueño.

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