| Análisis | La orden directa de Valladolid |
Discreción absoluta
La consigna es clara. La dirección regional quiere que los trapos sucios del PP de León se laven dentro del partido. Las espadas están en alto y nadie está dispuesto a dar un paso atrás
La reunión que ayer tuvo lugar en la sede del PP autonómico concluyó sin acuerdo y con una orden tajante por parte de la dirección del partido: discreción absoluta. Fuentes cualificadas del PP aseguraron ayer a este periódico que la intención del partido es solucionar la crisis generada en el PP de León de forma interna, sin declaraciones a los medios que puedan tensionar la situación más de lo que está y encrespar aún más un enfrentamiento que en Valladolid han llegado a comparar con «el conflicto entre palestinos e israelíes». Hipérboles aparte, la intención de la dirección popular es alejar de las páginas de los periódicos una crisis de difícil solución y el mutismo se ha convertido «en un elemento esencial para negociar», según afirmó ayer un alto cargo del PP regional. Los primeros espadas de la contienda han cumplido las instrucciones a rajatabla y se descarta una comparecencia pública para dar explicaciones sobre la marcha de las negociaciones entre Carrasco y Majo. La dirección regional pretende esperar a la solución definitiva del enfrentamiento para hacer público el desenlace. Esta postura coincide con los múltiples llamamientos que se han hecho desde la dirección provincial del partido para que los asuntos internos no se diriman en público, mensaje que se ha vuelto reincidente en las últimas fechas. Tras la reunión de ayer, queda meridianamente claro que ninguna de las dos partes pretende ceder en sus posiciones y que la postura inicial de Valladolid es dejar que sean las bases las que decidan cuál de los dos sectores saldrá airoso de esta contienda, aunque no se desentiende de la crisis y seguirá mediando para intentar evitar que se siga haciendo sangre hasta dejar descuartizado un partido que a todas luces necesita una renovación urgente. Y es que no hay que olvidar que la presidencia de la Diputación es sólo la primera batalla de una guerra abierta en la que está en juego el futuro del PP de León. Las heridas son ya tan profundas que no hay marcha atrás y ninguno de los dos adalides quedará indemne para llevar las riendas del nuevo partido.