Capaz de avanzar dos kilómetros cada día

El microtus arvalis, el roedor que sobrevive a una guerra feroz en la meseta norte, tuvo siempre un hábitat cómodo entre las montañas. De hecho, su caza fue un recreo particular de los perros de aqueda de los pastores leoneses, que rebuscaban en sus madrigueras para conseguirlos. Mide hasta siete centímetros de longitud y puede alcanzar un peso de 50 ó 60 gramos. Pero es voraz, hasta el punto de arrasar toda la vegetación allá donde aparece. Y se reproduce con una facilidad asombrosa. Esta en celo todo el año, pare por docenas y en un mes se multiplica por cien. A la laboriosidad que aplica en sus costumbres de trabajo y manejo para alimentarse se une su capacidad para trasladarse. En una jornada puede recorrer hasta dos mil metros. Este dato, unido a la expansión del grupo, ayuda a comprender la velocidad de traslado de la plaga en busca de alimento. Son el plato preferido de las rapaces nocturnas, pero también de cigüeñas y milanos, que acuden veloces al reclamo de la carne: la de los topillos, que hostigados por el agua de riego, abandonan sus madrigueras para ponerse a salvo. Pero ese ciclo natural no es suficiente para regular la superpoblación.